Reciclaje artístico
Una exposición reúne en Bilbao esculturas de César hechas con residuos y máquinas industriales
Aerosoles de laca para el pelo, nata montada o desodorante; latas vacías de refresco y cerveza, manillares de bicicleta usados o el viejo motor de una Vélosolex son materiales de desecho de la sociedad industrial. Esos residuos inútiles fueron convertidos por el escultor francés César en piezas de arte, por el procedimiento de comprimirlos hasta lograr reducir su volumen al mínimo. Los restos convertidos en arte, bautizados como compresiones, constituyen las piezas que mejor identifican a su autor. Una exposición en la sala BBK (Gran Vía, 32), de Bilbao, muestra, por vez primera en España, un selección de obras creadas por César a lo largo de 50 años de carrera artística, alrededor de sus célebres compresiones.
La muestra, inaugurada ayer, estará abierta al público hasta el 31 de julio. 'No pretende ser ni una retrospectiva, ni un inventario exhaustivo de su obra', advierte la comisaria de la exposición, Martine Soria. En la colección de 40 obras, realizadas entre 1952 y 1995, tan sólo tres años antes de la muerte del escultor, hay un poco de todos los campos que César tocó: dibujos, piezas de metal soldadas, grabados, compresiones de diferentes materiales y figuras de bronce.
'César ha sabido explotar a fondo métodos esenciales que hacen de una obra ya rica, especialmente original e innovadora', explica la comisaria. Soria se refiere a la utilización de equipamientos industriales, como las prensas hidráulicas que dieron origen a las compresiones, y el descubrimiento de materiales contemporáneos, como un desafío a la sociedad de consumo.
'Son dos fuentes de creación que permitieron compactar coches y otros medios de locomoción, pero también hierro, telas, papel, vajillas, o joyas', precisa. 'Supo antes que muchos otros apoderarse se esos productos contemporáneos, dominarlos y también utilizar los residuos de nuestra sociedad industrial, recuperar nuestras materias desechables y darles un alma'.
César Baldaccini nació en Marsella, en una familia de origen italiano, en 1921. A los 22 años se trasladó a París a estudiar Bellas Artes, y pronto demostró que, heredero de los escultores clásicos, conocía los secretos de la fundición y y dominaba los más diversos materiales.
A finales de la década de los 40, César trabajaba con yeso y hierro, y en 1952 ya practicaba la soldadura. Dos años después presentaba en su primera exposición individual esculturas surgidas del ensamblaje y la soldadura de piezas de metal.
Soria recuerda que César era más partidario del experimento que de la teoría. Tras las compresiones, inventa las expansiones, realizadas con poliuretano. Su inquietud por renovarse se plasma a partir de 1980 en las reinvenciones de sus antiguas esculturas, volviendo a la figuración y a una concepción más clásica del arte. 'De la abstracción de las comprensiones hasta el hiperrrealismo, el abanico de César es muy amplio y muestra que ha sabido controlar la aportación de una formación exigente y asociarla a una imaginación desbordante'.
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