Mala sociedad
En los últimos meses he asistido a una serie de situaciones en mi entorno personal que han tenido un denominador común: el paro. Me explicaré. Los que bordeamos la cincuentena vemos cómo a nuestro alrededor unos se (les) prejubilan y otros son despedidos sin miramientos; en algunos casos se negocia un despido después de años de acoso moral y sistemática destrucción de la autoestima; incluso conozco casos de muy buenos profesionales engañados por gente sin escrúpulos en grandes proyectos dentro de la 'nueva economía' que luego han resultado no ser más que humo. El final de todo esto es que un auténtico ejército de ciudadanos jóvenes, con una trayectoria profesional de varios lustros en sus espaldas, buenos profesionales y en muchos casos con cargas familiares se quedan en la puñetera calle. Sin futuro. Sí, sin futuro, porque en esta repugnante globalización que nos ha tocado vivir no hay sitio para 'los viejos' que tienen derechos consolidados, cargas familiares y antigüedad, cuando hay un ejército de jóvenes para explotar y otro ejército de inmigrantes a los que reventar trabajando por cuatro duros.
Mala sociedad estamos dejando que se desarrolle cuando la vida laboral de los ciudadanos se divide en tres etapas: la primera de aprendiz, becario o similar donde trabajas muy duro por dos duros, si trabajas; una segunda donde no tienes más remedio que trabajar jornadas agotadoras de mañana y tarde, donde el sistema no te permite tener otra vida más que el trabajo, sin margen para la vida familiar y con huidas los fines de semana y puentes para cargar pilas y volver al lunes siguiente a la misma rutina; y una tercera donde ya estás resabiado, has ascendido y tienes antigüedad (si has tenido la suerte de trabajar en la misma empresa). En esta última etapa es cuando el empresario se plantea si le compensa tenerte o quitarte de en medio para meter a otra persona más joven que tú, con más preparación, cobrando la mitad que tú.
Lo más triste de todo esto es que casi todos los amigos y familiares que se han quedado sin trabajo por despido o prejubilación, más o menos forzada, estaban empleados en grandes empresas y grandes bancos nacionales con beneficios, en algunos casos con beneficios escandalosos. Una auténtica inmoralidad. ¿Hasta cuándo se van a permitir estos atropellos? ¿Reaccionaremos los ciudadanos algún día ante semejantes abusos? ¿Reaccionará nuestro Gobierno algún día como el Gobierno francés?-
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