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Columna
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Las pintadas de las fábricas de Mondragón

Por primera vez aparecen lemas contra ETA en uno de los feudos clásicos de EHEn algunas asambleas de trabajadores se reprochó a LAB la situación de los concejales del PP y el PSOE

Soledad Gallego-Díaz

En Mondragón han aparecido, por primera vez, pintadas contra ETA. Es cierto que no se ven en la calle, donde sólo existe la estética abertzale y los carteles electorales de EH y, en mucha menor medida, del PNV, sino en las paredes interiores de algunas fábricas, pero aún así han sido como una auténtica revolución. En una de las localidades más famosas de Euskadi por su cooperativismo, por tener alcalde abertzale desde hace más tiempo que nadie (finales de los 80) y por su extraordinario nivel de vida, algunas cosas parece que se están moviendo.

Rafael Soto, que fue concejal socialista en 1986-87 y que dejó la militancia política para presidir el Centro Cultural Andaluz, cuenta que algunas de esas pintadas decían ETA=Franco, algo que hubiera resultado increíble hace unos pocos meses. 'Es verdad que ahora, a veces, sobre todo cuando hay un atentado, nos malmiramos en las fábricas. Y a veces pienso que estamos a punto de enfrentarnos. Hace dos años, los líderes nacionalistas y no nacionalistas transmitían señales de diálogo. Ahora no, y eso se nota. Sólo falta que se encienda una chispa'.

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Soto llegó a Mondragón cuando tenía 14 años y se considera perfectamente integrado en el pueblo. No tiene queja de las relaciones del Centro Andaluz con el Ayuntamiento ni del apoyo que recibe para desarrollar sus actividades y está persuadido de que el centro despierta una gran simpatía en la ciudad. Incluso considera correcto el trato que le da la televisión comarcal Goiena Telebista, aunque siempre sale doblado, porque sólo emite en euskera. 'Yo comprendo que se apoye al euskera, aunque también creo que sería mejor que las emisiones fueran bilingües porque entendería la televisión local más gente', asegura.

En Mondragón todos los jóvenes hablan euskera -amplia-mente apoyado por el Ayuntamiento de EH-, pero otra cosa son sus padres. De los 25.057 habitantes de la ciudad, casi 4.000 provienen de varias provincias de Castilla y León, aunque no mantienen lazos entre sí; cerca de 600 son andaluces y más de 1.500 extremeños, reunidos en torno a su propio centro regional. La mayoría llegó en los años 70 y todos formaron allí sus familias.

En el pueblo no hay prácticamente paro, los pisos de 90 metros y segunda mano cuestan alrededor de 28 millones de pesetas (los nuevos, más grandes, rondan los 45 millones) y los sueldos permiten pagar estas viviendas. Un joven que ande por los veintipocos puede ganar 170.000 pesetas y las parejas pueden juntar entre 300.000 y 400.000 al mes.

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Hasta ahora, en las fábricas de Mondragón se procuraba no hablar de política. Incluso cuando empezaron a elegirse alcaldes de HB y comités sindicales con fuerte presencia de LAB, en los centros de trabajo se mantenía el silencio. Pero desde hace unos meses han empezado a surgir las discusiones, a veces en los vestuarios y a veces en las propias zonas de trabajo. Lo que antes eran bromas algo bruscas han pasado a palabras más fuertes. En una reciente asamblea de trabajadores para discutir un convenio, varias voces jóvenes recriminaron a los representantes de LAB sus alusiones a la democracia, cuando en el mismo pueblo los concejales no nacionalistas se ven obligados a llevar escolta. Eso también ha sido una gran novedad en Mondragón.

Algunos de los obreros inmigrantes más viejos se sienten dubitativos. Se alegran, por una parte, de que la gente empiece a expresarse con más libertad, pero muchos preferirían que se hiciera poco a poco, para evitar una temida reacción contraria.

Paralelamente a este proceso se ha producido también un aumento del voto del PP. Hace cinco años, los populares, pese a toda la población inmigrante, no eran capaces de reunir 400 votos. Según aumentaron los ataques a los no nacionalistas (algunos jóvenes encapuchados atacaron, por ejemplo, en varias ocasiones la Casa del Pueblo socialista hasta conseguir cerrarla) fueron aumentando también los apoyos del PP. En las últimas municipales el PP pudo contar con dos concejales, aunque ninguno era residente en el pueblo, y en las generales se contabilizaron 2.300 papeletas. Nadie sabe en Mondragón quién votó al PP, y hasta Rafael Soto se sorprendió al saber que en la mesa electoral de su barrio obrero los populares habían reunido 500 votos. Él, que no tiene ninguna simpatía por el PP y no desea que el PSE se una a un gobierno de Mayor Oreja, ya no sabe que pensar: 'No creo que en mi fábrica haya gente del PP, pero... ahora ya no lo aseguraría'.

Una calle de Mondragón (Guipúzcoa), ayer por la mañana.
Una calle de Mondragón (Guipúzcoa), ayer por la mañana.SANTOS CIRILO

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