Jalozai, sección 36: los parias de los parias
Fueron trasladados a este rincón del campamento de Jalozai hace una semana, cuando el lugar donde se habían instalado se inundó. Son 5.000 familias (unas 25.000 personas, según los cálculos facilitados por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR) que sobreviven hacinadas bajo plásticos y con menos de diez litros diarios de agua por persona.
Ahora, con el fin de las lluvias, empiezan a padecer el calor agobiante de la región. La situación en Jalozai (70.000 almas) es tan desesperada que muchos de los refugiados venden las tiendas y otros productos básicos que reciben de ACNUR, las organizaciones no gubernamentales o donantes privados para poder comprar comida. 'Somos conscientes de ello', manifiesta Alexandro Bolzoni, coordinador de emergencia de ACNUR.
'El pasado mes de abril distribuimos 3.000 toldos de plástico que nos habían costado 700 rupias (2.100 pesetas) cada uno y a las pocas horas los estaban vendiendo en el mercado local por 400 rupias; nosotros les proveemos con materiales básicos, pero no controlamos lo que hacen con ellos', explica Bolzoni.
Y es que los empleados de ACNUR son conscientes de las necesidades de estos refugiados, pero al no estar registrados no pueden distribuirles comida de forma regular.
Esta situación ha dado lugar a imágenes vergonzantes de refugiados peleándose por la comida que les llevaban algunas organizaciones.
'Los donantes privados no coordinan la distribución; sólo se limitan a llegar y repartir lo que traen, algunos casi arrojan los alimentos como si fueran confeti', lamenta el coordinador Bolzoni, que teme que esta ayuda ocasional va a terminar pronto.
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