Berlusconi es aclamado como "el Mussolini del 2000"
El líder de la derecha promete en el sur de Italia la creación de millón y medio de empleos
Esta vez no hubo menciones a la 'internacional de la calumnia', aunque sí a los 'libelos' distribuidos por la izquierda contra él, que está contrarrestando con la revista Una Historia Italiana, en la que cuenta su vida, distribuida ya en más de seis millones de hogares italianos.
Berlusconi revolucionó con su llegada espectacular, en helicóptero, la pequeña localidad turística que es Gallipoli, situada sobre el mar Jónico. Una localidad que vota a la izquierda ex comunista desde hace años y que cuenta con un Ayuntamiento de centro-izquierda, aunque desde el año pasado la región de Apulia a la que pertenece tiene un presidente de centro-derecha, Rafaele Fitto. Pero ni siquiera este feudo de D'Alema parecía seguro ayer escuchando a centenares de personas en el cine Italia, donde se desarrolló el mitin, corear el nombre, 'Silvio, Silvio', del líder de la Casa de las Libertades.
Fuera del cine, unas cincuenta personas se disponían a seguir el discurso en una pantalla gigante de vídeo. 'Yo lo veo como el Mussolini del 2000', decía un joven a su pareja; 'es sencillo y seguro que va a cambiar las cosas'.
Vestido con pantalón y suéter azul marino, en el estilo deportivo que le han aconsejado sus asesores, Berlusconi se presentó en la sala rodeado por una muralla de policías y guardaespaldas. No se le vio entrar, oculto tras esa masa humana que le superaba al menos por un palmo, pero el público distinguió de inmediato la mano del líder levantada en el aire con la seguridad de una estrella de Hollywood que va a recoger su Oscar. Subió de un salto deportivo al estrado y desde allí lanzó un chorro de acusaciones y promesas, acogidas con delirio por militantes y simpatizantes que llenaban la sala.
'Os propongo una revolución pacífica, pero un cambio revolucionario' para transformar completamente este país, dijo, que 'ocupa el último puesto de Europa'. Una empresa titánica, sin duda, 'que llevaré a cabo desde la presidencia del Gobierno, aunque sea un cargo que no me gusta', dijo. Llegó entonces el momento de pasar revista a su 'extraordinaria' biografía de empresario. 'He conseguido todo lo que me he propuesto. ¿Por qué no darme la oportunidad de intentar siquiera que realice mi sueño para Italia?'. Berlusconi pasó revista a todas sus hazañas. Como empresario de la construcción, no se limitó a levantar una torre, sino 'una ciudad modelo de 4.000 habitantes y, más tarde, otra ciudad modelo de 14.000 personas'. Como empresario de televisión, no se limitó a poner en pie una cadena local, 'sino a desafiar a la RAI [la televisión pública italiana]', a la que definió como 'brazo armado de los partidos', que 'la utilizaban para colocar en ella a hijos, primos y demás familiares'. Mencionó también el éxito del Milan, un club 'hundido' que llegó a ser el mejor equipo del mundo. Y ahí fue el delirio de los asistentes.
Berlusconi arrancó aplausos encendidos también cuando repitió la promesa, hecha hace cinco días por primera vez, de crear 1,5 millones de puestos de trabajo en cinco años. 'Es una responsabilidad personal que asumo', dijo, 'dar un trabajo a vuestros hijos'. Una promesa ya hecha en 1994, pero que entonces no cumplió. Y explicó por qué: 'Ya sabéis que nos partieron las piernas y apenas siete meses después de ganar las elecciones nos mandaron a casa'. Volvió a denunciar la 'irregularidad' de las elecciones de 1996, cuando 'fueron anulados 1,117 millones de papeletas', y añadió una pequeña novedad: un elogio a la Democracia Cristiana, 'que durante 50 años nos dio prosperidad, libertad y seguridad, pese a algunos errores', y que fue barrida del mapa por la tormenta (obviamente de inspiración comunista) de tangentopoli.
Al final, Berlusconi cantó las excelencias del federalismo, una palabra poco querida en el sur. 'No os engañéis, he visto países federales como Estados Unidos, Canadá y hasta Suiza. Un Gobierno federal significa una gestión de las cosas del Estado más cercana a los ciudadanos'. Ninguna mención al modelo español, tantas veces citados en otros mítines preelectorales, pero la misma energía populista.
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