Clítoris
Freud decía que la mujer tiene un placer sexual clitoriano y otro vaginal. Sexólogos posteriores creen que todo es uno. Los mahometanos saben que está en el clítoris: y se lo amputan a las niñas, para que no lo tengan jamás y no sientan tentaciones a) de perder su virginidad, b) de ser promiscuas, c) de ser adúlteras, d) de exigir al marido más rendimiento del posible, e) de tener celos de las otras esposas (cuatro legales y tantas concubinas como se pueda mantener).
Mahoma no predicó esa barbarie (aunque la mandan los ulemas), pero esa cultura negativa la practican los mahometanos. En el fondo de África: el clítoris de la niña se machaca entre dos piedras. En Egipto, con bisturí en el quirófano. En España, los inmigrantes la hacen como pueden, en clandestinidad, aunque con fiesta (muchos lo equiparan a la circuncisión de los niños, que es higiénica. Y agranda el crecimiento del pene: más virilidad, mejor hombre). He vivido entre musulmanes y sé que muchas amputadas toman su placer sexual por liberarse: o por amor -el amor ¿recuerdan?-, que les produce placer. El que pueden, y es mucho.
Entre cristianos la ablación es moral. El sentido de la mujer como servidora y paridora ('ánfora', decían los poetas de la miseria) lo tenemos de árabes y de judíos (todos hijos de Sem), y, sin tocar para nada el 'sagrado vaso', se la castra por las vías del miedo, la religión, la costumbre, los terribles castigos a quienes fueran libres: desde la licitud del asesinato por el marido a la sorprendida en flagrante 'delito' al encierro en el convento de por vida. La moza de El alcalde de Zalamea, violada por un capitán, pide a su padre que la asesine porque ya está deshonrada; el padre está en ello, pero el hermano -la nueva generación- lo resuelve con la clausura conventual. Aparte del terrible Siglo de Oro, he vivido el encierro en un convento de una compañera por su familia, ayudada por guardias y leyes. Mucho queda.
Monseñor Rouco, ulema católico, lanza el anatema contra 'la píldora del día siguiente', que toma la chica impetuosa, a la que se rompió el condón o tomó mal su anticonceptivo. Clama contra los farmacéuticos en vez de utilizar la objeción de conciencia; contra los gobiernos, que no dejen libre ese derecho. (Información, los centros de planificación la dan gratis, con examen médico; no exigen que las menores vayan con sus padres, y no toman médicos ni auxiliares con ese tipo de conciencia rouqueña).
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