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'¿Quién me va a dar trabajo a los 50?'

Los empleados de Marks and Spencer intentan digerir la angustia de un camino sin retorno hacia el despido

Cristina Galindo

'¿Qué hacemos ahora?, ¿vender el piso?, ¿irnos a acampar en la Castellana con los de Sintel?'. La angustia atraganta a Salomé Ochando y a su marido, Pablo Sánchez, empleados de Marks & Spencer en la tienda de la madrileña calle de Serrano, con dos hijos y una hipoteca que salvar. Los dos están en la fatídica lista de 4.000 empleados (786 en España) de las 38 tiendas (nueve en España) que los grandes almacenes británicos pretenden cerrar, si antes nadie lo remedia, el 31 de diciembre.

'No quiero ni pensar en la Noche Vieja que vamos a pasar', se lamenta Ochando. Hasta entonces quedan muchos meses y, en teoría, mucho por vender; pero en su agenda sólo existe esa fecha. 'Si aguantamos el tipo, es por puro nervio', añade. Cada día debe tragarse el miedo que infunde mirar a ese futuro tan cercano, ver cómo se puede quedar sin ingresos. 'Al principio fue angustia, ahora estoy en la fase de rabia e indignación'.

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Este matrimonio es una muestra del drama que se esconde tras la avalancha de despidos masivos anunciados en los últimos meses. Unidas por la desesperación, las víctimas europeas de Marks & Spencer se han agrupado para defenderse y exigir una ley que les proteja de los recortes indiscriminados de plantilla en las empresas con beneficios. Las reacciones más duras se han vivido en Francia y han sido seguidas de cerca por la plantilla española.

'No me siento respaldada por el Gobierno español', explica Ochando. Sólo tiene 34 años -su marido, 42-, pero se sabe demasiado mayor para encontrar trabajo en estas lides del comercio, que considera vieja a una dependienta de esa edad. '¿Es que me voy a tener que poner a dieta para caber en el uniforme de Zara?', ironiza.

'No dejamos de hablarlo'

Los nervios y la incertidumbre cunden en las tiendas de Marks & Spencer un mes después de que la firma británica anunciara el cese de sus actividades. 'No dejamos de hablar de ello', indica María Teresa Cárdenas, otra empleada. 'No es fácil trabajar como si nada', dice Ochando, mientras una clienta le pregunta para cuándo tendrá arreglados los bajos de un pantalón: 'Es que son para la Comunión de mi niño, que es el domingo'.

La atención al cliente sigue igual, aunque algunos comentarios les trasladan a la cruda realidad. 'Un señor me preguntó que dónde comprará él su té británico cuando cierren; yo le contesté: ¿y quién me va a dar trabajo a mí a los 50 años?', explica, indignada, Elisa Domínguez, una de las más veteranas. Otros clientes, sin embargo, les han enviado cartas de apoyo.

Domínguez lleva 24 años en la tienda que Marks & Spencer tiene en la madrileña calle de Serrano y se siente defraudada. Se enteró de su despido por teléfono. Una compañera la despertó el 27 de marzo para darle la fatídica noticia: 'Nos echan'. 'Se me heló la sangre', explica, 'imaginaba que podrían cerrar alguna tienda, pero nunca se nos había pasado por la cabeza todo esto'. De la noche a la mañana, tuvo que replantearse una parte de su vida que, en plena madurez, daba por segura.

Casos como el de Domínguez son habituales en la tienda de Serrano, la más emblemática de la firma en España, que perteneció a Celso García. Muchos de los empleados tienen entre 40 y 50 años. No les será fácil encontrar empleo. Se encuentran atrapados en esa edad perdida en la que uno tiene demasiados años para empezar de nuevo, pero no los suficientes como para acogerse a una jubilación anticipada. '¿Dónde me voy a colocar?', se pregunta Domínguez. '¿Por qué contratarme a mí, cuando hay gente más joven dispuesta a cobrar menos?'.

En el mejor de los casos, el cambio de trabajo implica volver a salarios más bajos. 'Cuando se tiene cierta edad, es duro aceptar condiciones laborales peores', explica la empleada Pilar Rodríguez. 'Y una se pregunta si vale la pena'. Rodríguez se aferra a la posibilidad de que, antes de la fecha límite, Marks & Spencer venda sus tiendas a otra empresa. Los sindicatos están negociando con la firma británica una salida razonable para ambas partes.

Empezar de nuevo

'Todo no está en nuestra mano', puntualizan en Marks & Spencer, 'pero tratamos el tema con delicadeza, porque nos importan nuestros empleados'. Los trabajadores exigen que se les recoloque en caso de venta o, si no, una indemnización suficiente.

Lo que más les duele es que Marks & Spencer sea una empresa rentable. Se sienten como un juguete en manos del capricho de una gran compañía. Pero, mientras sus compañeros en Francia la armaban, con protestas y el apoyo público de su primer ministro, Lionel Jospin, los empleados españoles se han mantenido a la espera. 'No vamos a hacer locuras', afirma Paco Domínguez, secretario general de Comercio de UGT. 'Lo importante es mantener al personal unido'. Está prevista una manifestación para el 20 de mayo en Madrid. Tres días antes, habrá otra concentración en Londres con representantes de los centros europeos.

Algunos trabajadores sienten, en el fondo, que deberían haber salido a la calle mucho antes y que el Gobierno español tendría que haberse implicado más. 'Aquí no nos mojamos', se lamenta Dori Alvarez, otra trabajadora experimentada de la tienda de Serrano. El Ministerio de Trabajo se ha comprometido a tutelar las negociaciones con la empresa, pero a Álvarez esto no la tranquiliza: 'Podrían habernos enviado, al menos, un mensaje para levantar los ánimos'.

'Queremos hacer el ruido suficiente para que se nos vea', comenta Emilio Durán, de la Federación Estatal de Comercio de CC OO. En referencia a la dura reacción que ha habido en Francia tras el anuncio de los despidos, Durán considera que no es razonable para los empleados provocar un conflicto de tal magnitud que eche para atrás a un posible comprador. 'Al final, todo esto debería servir para que los gobernantes reflexionen sobre la necesidad de una ley europea que ponga freno a las empresas que dan beneficios y, aún así, echan a miles de trabajadores'.

Entrada de la tienda de Marks and Spencer en la calle Serrano de Madrid.
Entrada de la tienda de Marks and Spencer en la calle Serrano de Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

Sin aviso previo

Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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