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Columna
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EE UU se burla de las previsiones de recesión

Había que comprobar la profundidad de la desaceleración económica en Estados Unidos, pero el mundo del dinero siempre tiene prisa. Por eso se han dibujado los peores escenarios económicos y se ha exigido a las autoridades monetarias que echaran más carburante de tipos bajos a las economías. Sin embargo, faltaban datos y siguen faltando para conocer la profundidad de la desaceleración de las economías, así como para saber con exactitud si las tendencias inflacionistas que vive Europa son pasajeras o pueden instalarse más de lo previsto en el Viejo Continente.

El pasado viernes, el esperado dato de crecimiento económico de Estados Unidos se mofaba de cuántos habían dibujado un escenario atroz. Conste que aquí no sirve el que la Reserva Federal bajase en enero dos veces los tipos de interés, ya que los efectos de esta expansión monetaria son, al menos, a seis o nueve meses vista y no de repercusión inmediata.

Así, la histeria de los mercados contrasta con la confianza de los propios norteamericanos de a pie, que han seguido cambiando de coche y comprándose lavadoras. El consumo de Estados Unidos en el primer trimestre explica un crecimiento del 2% en su producto interior bruto, después de un incremento de sólo el 1% en el último trimestre del pasado año, pese a lo cual esta economía conseguía crecer un 5%. Un dato sorprendente y que trajo el optimismo a los mercados financieros. Y es que hay dos motores: o crecimiento económico y, por tanto, crecimiento de beneficios o menor descenso de los mismos; o caída de los tipos de interés con lo que conlleva de abaratamiento de la Bolsa y de reducción de la prima de riesgo por invertir en acciones.

Un dato que se conocía la misma semana que el Fondo Monetario Internacional se ponía también algo apocalíptico sobre la recesión de Estados Unidos y su contagio al resto del mundo, donde Europa sería incapaz de recoger el testigo y tirar de las economías mundiales. El FMI pedía a Europa tipos de interés más bajos y el presidente del BCE, Wim Duisenberg, oía pero no escuchaba. Este presidente del BCE pasará a la historia como el primero en dirigir el instituto emisor y paladín de la diferencia entre estos verbos de lo audible.

Los datos de la inflación alemana eran malos y ya hay menos insistencia en que bajen tipos, sobre todo en países como España, que soportan tasas de inflación en la zona del 4%. Al final, Duisenberg va a acabar por tener razón y su prudencia es de agradecer frente a la histeria de los mercados, preocupados en el día a día por el alza o la baja de sus indicadores, con una evidente miopía para ver algo más lejos.

No se sabe, pues, la profundidad de la desaceleración, como también se desconoce la tendencia de otros indicadores. Hay que tomarse todo con mucha calma y apostar por un escenario moderado, en contra de la tendencia que existe a la exageración. Esta semana seguía el chorreo de despidos en las grandes multinacionales, mientras que los datos de las compañías españolas correspondientes al primer trimestre del año siguen siendo buenos. Espectaculares en el caso del BSCH, con un crecimiento de sus ganancias del 38%. Así, el escenario empresarial no parece preocupante en el corto plazo y ello ha permitido algunas alegrías.

Siguiendo con España, los tipos del bono a 10 años subían hasta el 5,29%, mientras que el Tesoro celebraba subastas de letras a 12 y 18 meses, elevando los tipos en relación a pasados encuentros vendedores. Un panorama que apunta a un mantenimiento de los niveles de tipos de interés. Para la próxima semana, los datos más importantes serán los del paro en Estados Unidos, así como el de quiebra y suspensiones de pagos en España correspondiente a febrero. La balanza de pagos de la eurozona completa una semana con pocas previsiones.

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