La tripulación del avión espía EP-3 no destruyó todo el material secreto
La tripulación del avión espía estadounidense EP-3 que hizo un aterrizaje de emergencia en la isla china de Hainan, el pasado 1 de abril, no fue capaz de destruir todo el material secreto existente a bordo, como se dijo en un principio, y parte del cual podría ser utilizado por Pekín, aseguraron ayer fuentes gubernamentales de Estados Unidos citadas por la agencia Reuters, que exigieron el anonimato. 'Lo ocurrido es bastante malo. Lo que la tripulación intentó destruir no fue hasta el punto de impedir que fuera aprovechable por los chinos', dijeron las citadas fuentes.
Un oficial de la Armada norteamericana precisó, bajo la condición del anonimato, que la situación ahora no era peor de la que los funcionarios del Pentágono creyeron desde el principio: 'Sabíamos que habría disquetes y programas de ordenador que aunque fuesen hechos puré podrían ser arreglados por un investigador ingenioso'.
El Departamento de Defensa de EE UU confía en saber más sobre cuántos secretos han quedado en poder de China cuando Pekín acceda a devolver el avión espía, un contencioso que está detrás de las nuevas iniciativas del presidente George Bush hacia China como es la reciente aprobación de la venta de armas a Taiwan y su declaración de que defendería a la isla de un eventual ataque de Pekín.
El Gobierno chino recordó ayer a Bush que 'Taiwan no es protectorado de nadie' y que sus declaraciones suponen 'un paso más en un camino peligroso' para la política de EE UU, que hasta ahora había mantenido una 'ambigüedad estratégica' frente a Pekín y Taipei. Por su parte, el presidente de Taiwan, Chen Shui-bian, celebró ayer la venta de armas por parte de EE UU calificándola de 'mal necesario' para que el pueblo taiwanés no se sienta amenazado.
Las declaraciones del presidente Bush también recibieron críticas en su país, que fue acusado de haber creado una enorme confusión al haber defendido simultáneamente que EE UU defendería militarmente a Taiwan y que no habría cambios en su política hacia Pekín.
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