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Reportaje:AULAS

Arqueología en una pecera

Estudiantes jiennenses recrean tiempos pasados para aprender cómo se trabaja en una excavación

Lo menos parecido a una clase magistral es lo que hace Manuel Molinos en la asignatura de Arqueología Experimental, escogida por alumnos de tercer y cuarto curso de la titulación de Humanidades en la Universidad de Jaén. Ahora están aprendiendo estratigrafía en clases prácticas en las que necesitan una pecera vacía, tierra, piedras, barro e imaginación. Cada grupo, compuesto por tres alumnos, idea una historia; la construye con materiales rastreados en el campo; la plasma dentro de la pecera; deja los restos arqueológicos y, en una segunda fase, un grupo diferente tiene que investigar y descubrir qué historia quisieron contar sus compañeros. Así aprenden qué es una excavación arqueológica y cómo leer en los restos que encuentran.

El grupo del estudiante Ángel Castilla está construyendo en su pecera una casa islámica en diferentes fases de su asentamiento. La historia arranca desde el siglo VIII, pero la vivienda se abandona, por lo que sobre ella caen capas de sedimento. En época califal se construye una segunda casa, más grande, en la que ya quedan restos de cerámica, hay un aljibe para el agua y se construye aprovechando la pendiente. Vuelve a ser abandonada y una familia diferente la ocupa siglos después. Más tarde, ya en época actual, es un campo con uso agrícola.

Toda esta historia está construida en escala dentro de la pecera, y serán otros compañeros los que tengan que llegar a esta conclusión. Encontrarán hasta un tesoro que han guardado con monedas de la época. 'Disfrutamos como enanos', reconoce Germán Muñoz, el alumno que está introduciendo las monedas. 'En aquella época no había bancos, la gente guardaba el dinero en casa, y mira, murieron y quedó como un tesoro', relata.

Manuel Molinos advierte de que lo más sencillo en arqueología es precisamente eso, excavar para encontrar tesoros, la complicación llega cuando se quiere contextualizar lo encontrado, cuando se tiene que reconstruir la historia de lo que ocurrió. 'Todo lo que los alumnos construyen tiene una metodología de trabajo previa muy fuerte, y además tienen que trabajar a escala, que también conlleva una gran dificultad', reconoce el profesor.

Cada grupo, explica Molinos, reproduce una secuencia histórica 'con más o menos imaginación y más o menos sencilla', según las preferencias y ganas de trabajar. Durante los años en los que enseña con este método se ha encontrado historias grandilocuentes que han reproducido grandes teatros romanos o historias más kitch en las que se han utilizado hasta muñecos de plastilina. 'Esta es una asignatura que requiere muchas horas extra, porque la gente se engancha y viene a acabar sus trabajos fuera del horario de clase'.

Ángel Castilla reconoce que la experiencia de la pecera resulta extremadamente útil cuando posteriormente se participa en alguna excavación. En su caso el proceso ha sido el contrario: primero ir al campo a excavar y después construir su historia. 'Esta es la clase más práctica con diferencia, y muy útil, yo he participado en excavaciones y lo que estoy aprendiendo ahora lo tenía que haber sabido antes, porque este sí es el proceso completo de una excavación'.

La imaginación de los estudiantes carece de límites. Otro de los grupos, compuesto por tres alumnas, construye un santuario íbero que posteriormente se dejará abandonado. Sobre él los romanos construyen un teatro y en la época actual, los cristianos construyen uno de los miles de santuarios que llenan las localidades andaluzas. 'Hay trabajos finales muy elaborados, increíbles, que informan de la historia, de los métodos de construcción... Estos trabajos tienen mucho de lúdicos, algo que no está reñido con la ciencia', mantiene el profesor de Arqueología Experimental.

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