La polémica sobre la bajada de tipos de interés divide al Ecofin
El consejo informal de ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) del fin de semana en Malmoe (Suecia) ha puesto de relieve las diferencias que separan a los ministros europeos sobre los tipos de interés del euro. Mientras los países con más inflación (España, Holanda, Irlanda, Portugal) defienden cada vez de manera más abierta la conservadora política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), los más afectados por la crisis en EE UU presionan al banco para que los baje.
Los ministros más irónicos, como el francés Laurent Fabius, admitieron que nadie sabe muy bien qué va a pasar en EE UU: 'Oímos a gente muy competente decir cosas muy contradictorias', dijo. Los más prudentes, como el alemán Hans Eichel, optaron por defender en público al BCE y su autonomía monetaria, aunque cuesta creer que renunciaran a la presión privada. Los más osados, como el austriaco Karl-Heinz Grasser, olvidaron las formas, pidieron públicamente el recorte de tipos e incluso cantaron victoria al afirmar que 'hay una mayoría de ministros a favor', como si ésa fuera una decisión del Consejo y se adoptara por mayoría cualificada. Los más escurridizos, como el luxemburgués Jean Claude Juncker, dijeron que no iban a opinar, pero opinaron: 'No puedo decir que esté en contra '.
El vicepresidente del Gobierno español Rodrigo Rato renegó una vez más del recorte al recordar que 'en España llevamos dos años viviendo con política monetaria laxa, y eso está muy bien para los consumidores, pero complica la vida a los responsables de la política económica'. Pero pareció resignado a una rebaja al admitir que esa decisión no se puede tomar en función de los intereses de un solo país y subrayar que España sólo supone el 8% de la zona euro.
Mientras alguna delegación de mucho peso se dedicó -refugiada en el anonimato- a difundir las tesis austriacas de que una mayoría quiere bajar los tipos, el presidente del BCE, Wim Duisenberg, lo negaba en público. Duisenberg, que parece hacer más oídos sordos que nunca, aprovechó el desconcierto general para poner el dedo en la llaga que más duele: la mala evolución de las cuentas públicas.
Malos augurios
Lo hizo a sabiendas de que las previsiones económicas de la Comisión Europea, que se difundirán este miércoles, pondrán de relieve que Alemania, Italia y quizás también Francia llevan camino de cerrar el año con un déficit superior al previsto por sus pactos de estabilidad. Un dato de gran importancia, porque devalúa la presión más o menos soterrada de esos países al BCE y resta credibilidad a la tesis de que los Estados cumplen con sus obligaciones y el banco debe asumir la suya. O sea, bajar tipos.
El debate se divide entre quienes creen que la política monetaria es la principal baza para afrontar el enfriamiento en EE UU y quienes, presionados por sus inflaciones domésticas, defienden que las reformas estructurales son el asunto clave. En algunos países hay posiciones enfrentadas entre la autoridad monetaria y la ejecutiva. En Portugal, el primer ministro António Guterres ha defendido en público la bajada de tipos. Pero el gobernador del banco central, Vitor Constancio, aseguró ayer que los subiría.
Banquero y Gobierno sintonizan mejor en España. Tanto el gobernador Jaime Caruana como el vicepresidente Rodrigo Rato defienden al BCE. Caruana negó que el banco sea 'insensible' a los problemas de crecimiento, pero reafirmó que la prioridad es la inflación. 'Ceder en eso a corto plazo tiene un coste a largo plazo', afirmó. 'Mi visión personal es que la política del BCE no hubiera sido distinta' si su mandato incluyera el crecimiento, como en el caso de la Reserva Federal (banco central de EE UU).
Entretanto, los datos de crecimiento siguen evolucionando a la baja. El FIM rebajó del 2,5% al 2,4% este año en la zona euro y el 2,8% el año que viene. Y el comisario de Asuntos Monetarios, Pedro Solbes, anunciará también su rebaja el miércoles. Ayer se limitó a situar 'entre el 2,5% y el 3%' la próxima previsión, y todo indica que bajará desde el 3,2% actual hasta el 2,7% o el 2,8%. Eso supondría una caída de entre siete y ocho décimas respecto al 3,5% del año 2000.
Mejores perspectivas se apuntan para los países candidatos al ingreso en la UE, que por primera vez asistieron como invitados al Ecofin. Según la Comisión, estos países (Bulgaria, Chipre, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia y Turquía) mantendrán un crecimiento medio superior al 4% hasta 2002.
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