¿Son suficientes las ayudas a la música actual?
Músicos y cantantes abogan por un cambio radical en la política de subvenciones de la Generalitat
Los ánimos andan revueltos entre quienes se dedican a la música moderna y popular en Cataluña (jazz, blues, flamenco, pop, rock, étnica...). Los colectivos que integran el sector consideran que la actual política de subvenciones de la Generalitat es opaca y discriminatoria, además de guiarse por la costumbre (cada año las mismas entidades reciben las mismas ayudas), y está resultando nefasta para la profesión. Creen que el Gobierno catalán no apuesta por el riesgo y desatiende la experimentación, y que esto supone una amenaza para la diversidad musical, aunque opinan que el problema deriva del desinterés de la Generalitat por la cultura.
Numerosos representantes del sector, reunidos esta semana en asamblea, han decidido movilizarse de forma consensuada para protestar por esta situación y tratar de modificarla. Entre las reivindicaciones destaca la exigencia de un incremento de casi seis puntos (del 1,2% actual hasta el 7%) del porcentaje del presupuesto que la Generalitat destina a cultura.
De momento, la opinión mayoritaria aboga por el diálogo con la Administración para lograr acercar posiciones, pero ya hay quien propone acciones más drásticas, como la cantautora Marina Rossell, que plantea 'devolver las cruces de Sant Jordi' como agria señal de repulsa.
Si bien el malestar de intérpretes, compositores, promotores, empresarios, etcétera, por la política de ayudas se viene arrastrando desde hace años, hacía falta un detonante que impulsara la acción conjunta en un ámbito tradicionalmente muy individualista. La responsabilidad de haberlo conseguido corresponde al Taller de Músics, que el pasado mes de marzo interpuso un recurso contencioso administrativo, admitido a trámite por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en el que se impugna la denegación de ayudas para siete proyectos concretos de la entidad. En el recurso se adjunta documentación sobre las cantidades otorgadas por Cultura en los últimos años, con la que los abogados del Taller de Músics pretenden demostrar la arbitrariedad y los desajustes en la política de subvenciones. La iniciativa ha conseguido el respaldo unánime de la profesión.
Quienes se dedican a la música moderna y popular subrayan las diferencias entre las ayudas que reciben (10,5% del total) y las obtenidas por la música clásica y la ópera (76%). Sin embargo, puntualizan que ambos géneros, pese a su situación de privilegio, sufren también las consecuencias de la falta general de recursos para la cultura.
La Generalitat argumenta que la ópera y la música clásica forman parte de un patrimonio minoritario, en cuanto a seguidores, que debe protegerse.El Taller de Músics replica que estos dos géneros son la cúspide de una pirámide cuya base no puede dejarse desprotegida, y afirma que si no se cuida la música moderna, se imposibilita que ésta se convierta en patrimonio.
Entre las reivindicaciones de los músicos figura también la relativa a que las subvenciones sean transparentes, con objeto de que cualquier ciudadano pueda saber, con nombres y apellidos, quién ha obtenido ayuda pública y en qué medida. Asimismo denuncian que, hoy por hoy, esta información sólo puede obtenerse mediante preguntas parlamentarias. También exigen honestidad en la labor de la comisión asesora que evalúa los proyectos que demandan subvención, pues afirman que, en algunos casos, quienes debían evaluar las solicitudes a su vez habían pedido ayudas.
La Generalitat ha propuesto la creación de una mesa negociadora que agrupe a representantes de las dos partes implicadas en el conflicto (Administración y músicos). Incluso, en privado, se ha llegado a reconocer que es necesario un cambio en la política de adjudicación de ayudas. Los músicos están dispuestos a negociar, pero tienen muy claras sus exigencias. Y el cumplimiento de éstas constituye en sí misma la reivindicación más importante: una inversión anual de 1.600 millones de pesetas para el sector privado.
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