'¿Qué pasa en España?'
La copia por Luis Racionero de pasajes de la obra El legado de Grecia ha producido estupefacción en medios universitarios de Estados Unidos y Canadá conocedores de la cultura española, donde suscita burla la ampulosa tipificación como intertextualidad de lo que es considerado como simple bricolaje sin atribuir autoría intelectual a terceros. El novelista mexicano Carlos Fuentes expresó ayer en Providence, donde participa en un seminario sobre literatura latinoamericana, su sorpresa, y se preguntó: '¿Otro plagio? ¿Qué pasa en España? Todo el mundo copia'.
La noticia de la reproducción de párrafos de El legado de Grecia, de Gilbert Murray, por parte de Luis Racionero en su libro Atenas de Pericles, publicado por Planeta en 1993, llegó a la Universidad de Brown, en Providence, Rhode Island (EE UU), cuando iba a comenzar un seminario sobre literatura y otros aconteceres de la vida latinoamericana, organizado por Julio Ortega, jefe del departamento de estudios hispánicos de esa universidad. Profesores de universidades de Estados Unidos y Canadá, junto a Carlos Fuentes, iban a hablar, entre otros temas, sobre Gabriel García Márquez, José Donoso o las Diez reglas para nuevos (y también viejos) escritores elaboradas por Carlos Fuentes. El autor de Los años con Laura Díaz no incluyó el plagio en su decálogo, y, en cambio, propuso como primer mandamiento el trabajo. 'Los libros no se escriben por sí mismos, ni en comité, sino que hay que trabajarlos', dijo el novelista. Racionero pone en práctica una tesis distinta. 'Quienes han estudiado más a los griegos, porque trabajan más y escriben más, son los alemanes y los ingleses', escribe en Atenas de Pericles. 'Los mediterráneos, como tenemos otras cosas que hacer, nos cuesta mucho escribir, investigar y trabajar seriamente sobre la historia y sobre la arqueología, hemos dejado que nos contaran la historia los alemanes e ingleses'.
Las ideas y el trabajo de Gilbert Murray, Richard Livingstone, Arnold J. Toynbee, Goethe, Shelley, Jane Harrison, Kitto... son asumidos como propios sin reconocer suficientemente la procedencia, o directamente ocultándola. En palabras de Racionero: 'Si las cosas están ya dichas y bien dichas, no voy a inventar'. A lo que replica un sorprendido Fuentes: '¿Qué pasa en España? Todo el mundo copia'.
La cortina de humo de la intertextualidad, tras la que se escuda Racionero, es rechazada por los hispanistas reunidos en Brown. En conversaciones informales, Julio Ortega; Ricardo Gutiérrez Mouat, del Emory College (Atlanta), y Calin-Andrei Mihailescu, profesor en la Universidad de Western Ontario, describían lo ocurrido con figuras del Código Penal. 'A la intertextualidad podríamos definirla como la idea-Adán, de la que proceden las que siguen, pero no es copiar sin atribuir autoría', señaló Mihailescu. 'Lo que hace Racionero se llama bricolaje'. A estos intelectuales les parece esperpéntico que la ministra de Cultura avale como director de la Biblioteca Nacional a un autor que fusila libros sin recato.
También llamó la atención que Racionero quitara trascendencia al incidente alegando que implicaba a un libro de hace ocho años. Según el decálogo de Fuentes, 'una vez publicada, la obra deja de pertenecer al autor para ser del lector'. Un libro publicado ya es para siempre, y para custodiarlos quedan recogidos, como seres vivos, en las bibliotecas, subrayó una bibliotecaria, antes de caricaturizar: '¿Qué va hacer Racionero con El Quijote?, ¿lo va a quemar o destruir porque es de 1605?'.
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