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Reportaje:

Aprender a no olvidar

El Ayuntamiento de Durango ofrece cursillos a jubilados para que ejerciten la memoria

Aprender a no olvidar es posible. Estar jubilado no implica tener que resignarse a no recordar en qué cajón están las dichosas llaves o cuáles son las fechas de los cumpleaños de los nietos. Y es que la memoria se puede ejercitar y mejorar, aunque se haya alcanzado esa edad en la que esos pequeños despistes son recibidos con sonrisas de complacencia y comentarios más o menos piadosos. Tan sólo es necesario trabajar las técnicas adecuadas y, sobre todo, convencerse de que los olvidos no tienen por qué ser inherentes al avance de la edad.

Así lo han comprobado los participantes en un curso de estimulación de la memoria organizado por el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Durango. Durante dos meses, varios psicólogos han enseñado a un grupo de jubilados las estrategias necesarias para hacer frente a la pérdida de la memoria, en una experiencia que ya ha sido probada con éxito en otros municipios vizcaínos, como Portugalete, Ortuella o Sestao.

'Una persona mayor tiene la misma capacidad de retención que la de 25 años', dicen los psicólogos

Aprender a recordar las cosas asociándolas a imágenes conocidas o simplemente ordenar algo tan cotidiano como la lista de la compra en función de las categorías de productos puede ayudar a evitar esos pequeños olvidos. Si, por ejemplo, uno no recuerda si ha cerrado o no la puerta, puede ser de gran ayuda recordarse a sí mismo al salir de casa, asociando ese momento a detalles externos como si en ese momento llovía o hacía sol. 'No es que para cada olvido haya una técnica concreta, sino que hay técnicas que sirven para varias cosas', explica Asier Arpide, uno de los responsables del curso.

Pero, técnicas aparte, lo más importante es prestar atención y estar dispuesto a ser constante en el esfuerzo. Como confiesa uno de los participantes, 'sólo con teorías no se consigue nada; hace falta machacar bastante y darle trabajo al cerebro'.

Los expertos subrayan que en la mayoría de los casos no existe una patología física que provoque la pérdida de memoria. En general, ocurre lo que se denomina 'pérdida de memoria asociada a la edad'. 'Esto quiere decir que no existe una enfermedad, como el Alzheimer, pero la gente nota que tiene olvidos frecuentes', explica el psicólogo. La razón es que, al igual que el cuerpo sufre transformaciones con la edad, tampoco el cerebro tiene siempre el mismo número de neuronas. 'El cerebro cambia y tenemos que adaptarnos a esos cambios', añade Arpide, 'pero eso no quiere decir que seamos más tontos ni más inútiles, ni que tengamos menos capacidad; símplemente que quizá funcionemos de manera más lentamente o necesitemos trabajar más las cosas'.

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Otras veces, la propia persona se convence de que a cierta edad los olvidos son 'naturales' y no hace nada por evitarlo. Los psicólogos se refieren a ese fenómeno como una 'profecía autocumplida'. 'Nos decimos: ya soy mayor y no puedo hacer nada, y entonces no ponemos nada de nuestra parte', explica Arpide, 'pero ese mito es falso, porque la persona mayor puede ser más lenta que una de 25 años, pero tiene la misma capacidad de retención y de atención. Uno de nuestros objetivos es, precisamente, romper esos mitos'.

Las personas que se mantienen intelectualmente activas suelen acusar en menor medida la pérdida de memoria a partir de una cierta edad.

En ese sentido, los cursos de estimulación de la memoria pueden ser una buena excusa para iniciar otro tipo de actividades beneficiosas. En concreto, casi el 90 % de las personas que tomaron parte durante el pasado año en este tipo de cursos afirman que estos les han ayudado adquirir nuevos hábitos que les ayudan a estar más activos, como leer más o escuchar con atención. Algunos se han animado a estudiar incluso informática, y confiesan que no se habrían animado sin ese primer estímulo.

Varios de los participantes en el curso organizado en Durango.
Varios de los participantes en el curso organizado en Durango.SANTOS CIRILO

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