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Más de 300 presos brasileños liquidan un motín al matar a sus 5 cabecillas

Juan Arias

La intentona de rebelión de los 368 detenidos del penal de Carumbé, en Cuiabá, en el Estado de Mato Grosso, que tomaron como rehenes a 150 personas y las mantenían inmovilizadas desde el jueves pasado, ha acabado en tragedia. Los mismos presos mataron a los cinco cabecillas responsables de la revuelta.

Al mismo tiempo, la mayoría los 120 presos del penal de Pinheiros en la ciudad de São Paulo, a quienes un comando exterior había liberado en la tarde del sábado, siguen huidos. Otros dos intentos de rebelión, en los penales de Blumenau, del estado de Santa Catalina y de Taubaté, en el Valle de Paraiba, región del interior de São Paulo, fueron controlados por la policía, aunque amenazan con nuevas rebeliones.

La situación de las cárceles de Brasil, cuya precariedad y hacinamiento de presos acaba de ser duramente criticada por un informe de las Naciones Unidas (ONU) que investigó el tema de la tortura en este país, sigue tensa y sin resolverse. Es como un fuego que la policía intenta apagar en un lugar mientras se atiza en otros. El dramático resultado de la última rebelión de Cuiabá con el asesinato por los mismos presos de sus cinco compañeros revoltosos ha conmovido ayer al país. El motivo, según los asesinos, es que el grupo rebelde había secuestrado como rehenes a 150 personas, en su mayoría familiares de los presos que habían ido a visitarles y temían por sus vidas si la policía entraba con la fuerza con la que suele actuar en estos casos. Y hay quien sospecha que la venganza de los presos pudo ser azuzada desde el interior de la cárcel por los mismos agentes penitenciarios.

Fallo de seguridad

En el penal de Pinheiros, en São Paulo, lo que ha sorprendido a las mismas fuerzas de policía es cómo les fue posible a una banda de 20 hombres, todos ellos vestidos de Policía Civil, entrar en un penal de máxima seguridad, armas en la mano y conseguir liberar a 120 de los 920 presos, por cierto, en una cárcel con cabida para 350. El secretario de Seguridad Pública, Marco Vinizio Petrelluzzi, ha admitido que, sin duda, hubo un fallo en el sistema de seguridad de la cárcel con la posible connivencia de algunos agentes del penal.

En la noche de ayer, hora española, la mayoría de los presos liberados seguían fugitivos, mientras que en la cárcel de Taubaté, en São Paulo, la policía sigue alertada y ocupando el exterior del edificio, donde los presos están en huelga de hambre desde el jueves.

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Según versiones de prensa, la revuelta fue organizada por José Carlos do Nascimento, presunto miembro del Primer Comando de la Capital (PCC), una banda que controla el narcotráfico en las cárceles del Estado de São Paulo.

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