Una combinación con Sefarad

La primera función de los analistas sociales es conocer bien los problemas para luego darles solución. Por ello, conviene detenerse, observar lo que sucede y estudiar. Un periodo de sosiego habitual es la Semana Santa. En las últimas fechas se han publicado en España unos cuantos libros muy oportunos para ponerse al día.

Sobre uno de los asuntos centrales de la actualidad -la caída en Bolsa de los valores tecnológicos y su difusión sobre las estructuras de la denominada nueva economía- se ha editado La depresión en Internet (Prentice Hall), del economista Michael J. Mandel. Mandel es pesimista, pues predice una intensa y severa caída bursátil que devastará el sector tecnológico y causará estragos en el mundo de la economía. La buena noticia es que los economistas casi nunca se han caracterizado por apuntar bien en sus profecías, sino por explicar, a veces con dificultades, el pasado. Mandel se propone contrarrestar la complacencia de dos tipos de grupos: los escépticos que todavía están convencidos de que la favorable evolución de la economía de EE UU en los noventa se debió simplemente a un choque tecnológico único e irrepetible, y los que creen en el poder de la revolución de la información para superar el ciclo económico, y tienen fe en que la nueva tecnología implicará un desarrollo duradero. Mandel (no confundir con el otro Ernest Mandel) es una especie de keynesiano reprimido que cree todavía que los gobiernos tienen espacio para corregir algunas de las consecuencias más desagradables.

Sobre un personaje irrepetible y sus lecciones, teóricas y prácticas, sobre las crisis financieras más recientes, el Homenaje a Manuel Guitián, editado por la Fundación CaixaGalicia. Guitián, el español que más alto llegó en la estructura del FMI, volvió a España y se mostró propenso a discutir las críticas que se le hacían a una institución que ocupó casi toda su vida profesional. No esquivaba la polémica, como demostró en los artículos que publicó en este periódico poco antes de morir hace ya más de un año. Le echamos de menos.

Sobre las tendencias en las que se enmarcan las políticas económicas de la mayor parte de los gobiernos europeos (aquellos dirigidos en solitario o en coalición por los socialistas), dos libros que revisan en algunos casos, y reafirman en otros, los postulados iniciales de la tercera vía. En ambos participa uno de los apóstoles de esta especie de filosofía política de la socialdemocracia moderna: el director de la London School of Economics, Anthony Giddens: La tercera vía y sus críticos (Taurus) y En el límite. La vida en el capitalismo global (Tusquets), en el que participan otros gurus como Castells, Volcker, Soros, Shiva, Ulrich Beck, Sennett o Will Hutton. Confrontándose con la tercera vía, un buen libro de un buen economista francés: La ilusión liberal, de René Passet. Passet es presidente del comité científico de la asociación que propone imponer un impuesto a las transacciones financieras.

Se han escrito muchos libros sobre el euro. La inmensa mayoría de los mismos apoyan la instauración de una moneda única europea, y la senda recorrida para implantarlo físicamente a principios del año próximo. Justo es dar una oportunidad a un buen texto crítico sobre el euro, aunque no se esté de acuerdo con muchas de sus tesis: La historia inacabada del euro (de Trotta, una editorial que publica libros bien interesantes), de Pedro Montes. El autor defiende que el nacimiento del euro fue fruto de la inmadurez de las condiciones económicas y políticas para la implantación de una moneda única en un conjunto demasiado amplio y diverso de países.

A veces hay libros de economía cuya lectura no es incompatible con maravillas como Sefarad, de Antonio Muñoz Molina.