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Reportaje:ECONOMÍA

El sueño americano

América Latina busca fórmulas para sortear las crisis periódicas que azotan la región

Cruzando la Avenida 12 de Octubre de Quito (Ecuador), muy cerca de la embajada de Estados Unidos, una solitaria pintada reza: 'Alma vagabunda en venta con tatuaje del Che'. El desconocido autor del graffiti, poeta en ciernes, colocó en ocho palabras su desconcierto ante el presente y su desilusión por la muerte de los sueños del pasado. América Latina se debate entre la esperanza de un futuro mejor y la necesidad de encontrar fórmulas para sortear las crisis periódicas que azotan la región.

Con casi 500 millones de habitantes, de los que 220 millones viven en condiciones de severa pobreza, sólo 10 millones de maestros para educar a toda una generación y un 10% de la población viviendo en condiciones de privilegio, los Gobiernos latinoamericanos han emprendido una carrera contra reloj para llevar a cabo reformas internas que permitan aumentar el comercio, consolidar la integración regional para hablar de tú a tú con las grandes áreas económicas del planeta -América del Norte (EE UU y Canadá), Europa y Japón- y consolidar el crecimiento económico del área (3,5% en 2000), insuficiente aún para taponar la brecha de desarrollo frente a los países más desarrollados.

La apuesta es seria. Entre 1980 y 1990, durante la llamada 'década perdida', el producto interior bruto (PIB) de la zona se redujo a un exiguo 1,6% de crecimiento medio anual, en un contexto de inflación -mal endémico- y semiestancamiento. La última década del siglo XX ha supuesto una cierta mejora, con apuestas claras por la democracia, el combate contra la inflación y la liberalización de precios y de mercados.

Pero los riesgos no han desaparecido. Las crisis de México (1994), de los países asiáticos (1997) y de Rusia (1998) afectaron a la inversión en el área, que se ha concentrado en los países de mayor tamaño y se ha dirigido sobre todo, a la compra de empresas estatales privatizadas y a fusiones y adquisiciones de bancos y otras empresas privadas.

Flujo de capitales

Según el Institute of International Finance (IFF) este año el flujo de capitales privados hacia América Latina seguirá disminuyendo (99.000 millones de dólares en 1998; 71.000 millones en 1999; 68.000 en 2000) y se situará en 65.000 millones de dólares. Las previsiones del IFF están realizadas antes de que la inestabilidad finnaciera afectara a los mercados de todo el mundo y antes también de que la crisis estallara en Argentina. 'Debemos volver a aprender a crecer con menos ahorro externo y ser más productivos y eficientes' señaló el presidente de Chile, Ricardo Lagos, la pasada semana ante la crema y nata de las finanzas internacionales, reunida en Santiago de Chile para la XLII Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

'En los últimos 20 años' recordó a su vez el presidente del BID, el uruguayo Enrique Iglesias, durante la última asamblea de la entidad celebrada en Santiago de Chile 'han habido más de 40 episodios en los que el ingreso per cápita cayó en el área más del 4% anual'. ¿Cómo evitar que la maldición periódica se repita?

Una respuesta posible es mejorar la integración económica del área con los países industrializados. Se ha avanzado mucho. Los acuerdos regionales entre países de la zona constituyen una auténtica sopa de letras en la que nadan desde el NAFTA de Canadá, México y EE UU, hasta el Mercosur de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, pasando por la ALADI, que abarca a la comunidad andina, Mercosur, Chile, Cuba y México.

El gran acuerdo

La gran esperanza, con el horizonte en 2005 es la constitución del llamado Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), un acuerdo de 34 Estados que pretende impulsar la liberalización del comercio -especialmente agrícola-, el impulso de la modernización institucional, la atracción de inversiones extranjeras y la consolidación de disciplinas que ahora son excepsionales en la mayor parte de los países de América Latina.

'Necesitamos, ante todo, que las economías desarrolladas abran sus mercados a los países emergentes y mecanismos para limitar el impacto de las crisis en la región' asegura el ministro de Hacienda de Chile, Nicolás Eyzaguirre, quien apela también a la comprensión de las economías más potentes hacia los cambios que impulsan los Gobiernos latinoamericanos. 'Hay un límite a los que los Gobiernos [del área] pueden hacer' destaca Eyzaguirre.

'El libre comercio' resalta el ministro de Exteriores de Ecuador, Heinz Möller, 'sólo existe de Norte a Sur, no de Sur a Norte'. Möller se queja de la actitud de los países más ricos frente a los más atrasados de América latina en un momento crucial para su país. La cruda realidad la expresa sin ambages el responsable de la llamada Unidad de Desarrollo Norte de Ecuador, Vinicio Jaramillo, responsable de taponar la zona norte del país, fronteriza con Colombia, para evitar que el conflicto colombiano, en el que se mezclan guerrillas, narcotraficantes y dólares estadounidenses, se extienda a su país. 'Ecuador' afirma Jaramillo 'puede estallar' si no recibe pronto ayuda para evitar que el conflicto de Colombia traspase la frontera.

El presente de América Latina está marcado por la agitación política desde México a la patagonia argentina. No es extraño que desde las más altas instancias de los organismos multilaterales se reconozca que, si bien la situación socioeconómica es fundamental, la cuestión política es la que más puede influir en el corto plazo en la región.

Una protesta sinfónica

Una escena un tanto surrealista puede servir para ilustrar algunas de las contradicciones que viven los países de América Latina en estos momentos. Sucedió la pasada semana en la capital de Chile, país 'modelo' por su estabilidad, su nivel de vida y su elevado crecimiento económico (4,4% en 2000). En la plaza Baquedano de Santiago, a las puertas del Teatro Universidad de Chile, la Orquesta Sinfónica tocaba en la calle, bajo la batuta de su director, Manuel Pizarro, para protestar por la falta de presupuesto que amenaza su futuro tras 60 años de actividad. Apenas a 50 metros, los expeditivos carabineros chilenos (vigilans, valens, fortis, impreso en sus uniformes) cargaban contra algunos centenares de jóvenes que protestaban por la reunión en Santiago del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y contra la globalización. Las notas de Carmen, de Bizet, ahogaron a duras penas el sonido de las sirenas, los disparos y los gritos. Dos protestas muy distintas con un mismo fin: reclamar un mejor reparto de recursos y de la riqueza en una zona geográfica en el que la explotación y la injusticia están en la superficie, a flor de piel. Con menos ruido, en la reciente reunión del BID, su presidente, Enrique Iglesias, apoyó públicamente una recomendación de la Comisión de Fundación Carnegie, presentada por sus presidentes, Nancy Birdsall y Augusto de la Torre: 'gravar a los ricos y gastar más en el resto'. El tiempo dirá si la recomendación encuentra terreno abonado.

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