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Reportaje:

El último búnker de Slobo

El Gobierno yugoslavo describe la guardia del ex presidente como un 'grupo armado de gamberros borrachos'

El apoyo del ex presidente Slobodan Milosevic ha quedado reducido a tres grupos: una guardia pretoriana armada en el interior de su residencia, un grupo de manifestantes (unos quinientos, no más) congregados ante las dos entradas de la mansión y varios dirigentes de su Partido Socialista de Serbia. A última hora de ayer llegaron a los alrededores cientos de jóvenes contrarios a Milosevic que gritaban '¡A La Haya!' y se enzarzaron en una batalla a pedradas contra los guardianes.

Fue una noche larga para Milosevic y los suyos. Más larga incluso que la del 5 de octubre, cuando los manifestantes se lanzaron a las calles de Belgrado y dieron la puntilla al régimen. En aquella ocasión, Milosevic luchaba por conservar el poder; ahora, trata de evitar la cárcel.

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Desde hace semanas, los llamados guardias populares se turnaban en la puerta de la residencia de Milosevic, en el barrio de Dedinje, donde viven entremezclados embajadores, ricos de toda la vida y mafiosos enriquecidos en los bloqueos sufridos por Yugoslavia. Los guardias populares constituían una extraña congregación donde se cocía un clima de exaltación de retórica patriotera, retales comunistas y el viejo victimismo serbio.

Los guardias populares no supusieron un problema para las fuerzas antidisturbios del Ministerio del Interior de Serbia, cuando en la madrugada del sábado intentaron asaltar la mansión de Milosevic. La resistencia procedió de la guardia personal de Milosevic, que recibió a tiros a la policía. Dos agentes resultaron heridos y tuvieron que ser hospitalizados. Un fotógrafo salvó la vida gracias a que la bala se estrelló contra su cámara y sólo le hirió en la mano. Los policías optaron por la retirada, para evitar el derramamiento de sangre, según el ministro del Interior de Serbia, Dusan Mihajlovic. Añadió Mihajlovic que el grupo que protege a Milosevic está formado por individuos con abundante armamento: metralletas, granadas y lanzagranadas. El ministro describió a los guardaespaldas de Milosevic como un 'grupo de gamberros borrachos' y peligrosos por las armas que portan.

Al frente de esa guardia personal se encuentra un político fanatizado, dirigente de un partido de ultraizquierda, Sinisa Vucinic, presidente del llamado Partido Radical de la Izquierda. Desde el interior de la residencia, Vucinic concedió una entrevista por la mañana a la emisora de televisión BK y no se recató en afirmar: 'Estoy orgulloso de que me consideren una amenaza para los intereses nacionales de Estados Unidos'. Se mostraba seguro Vucinic sobre el destino de Milosevic: 'No creo que se vaya a llevar a cabo la detención; espero que prevalezca la sensatez y la conciencia de los líderes más populares de la DOS sobre otros que sirven al enemigo'.

Con esta referencia aludía Vucinic a las diferencias en la DOS entre el presidente de Yugoslavia, Vojislav Kostunica, y el presidente de Serbia, Zoran Djindjic, partidario de una acción decidida contra Milosevic. Al final Vucinic afirmaba: 'Defenderemos a Milosevic, con nuestros cuerpos si hace falta, y dudo que logren detenerlo, porque antes tendrían que matarnos o detenernos a todos nosotros'.

Los guardias populares de la calle reprodujeron en las horas anteriores y posteriores al intento de detención de Milosevic un amplio repertorio de gritos, insultos y canciones, sin llegar al empleo de la violencia hasta que llegaron los manifestantes contrarios. La policía actuó con inusitada paciencia.

Algún anciano levantaba el puño. Había mujeres que llevaban pegatinas con una frase, '¡Slobo, vuelve!' A voces coreban: '¡Slobo, héroe!', el grito que se dedicaba al mariscal Tito, el dictador que mantuvo unida durante casi cuatro décadas a la Yugoslavia de la que han surgido cuatro países y otros dos están en proceso, Kosovo y Montenegro.

A lo largo de todo el día, los guardias populares no cesaron de increpar a los policías con frases que iban desde lo idelógico a los insultos con referencias directas ora al bajo vientre de las madres, ora a los genitales masculinos. '¡Traidores!' o 'Es una vergüenza vender a un serbio por 100 millones de dólares', en referencia a la ayuda condicionada del Gobierno de EE UU.

Un manifestante partidario de Milosevic amenaza a la policía a las puertas de la residencia del ex dictador en Belgrado.
Un manifestante partidario de Milosevic amenaza a la policía a las puertas de la residencia del ex dictador en Belgrado.REUTERS

'No estoy asustado'

El ex presidente de Yugoslavia Slobodan Milosevic, acompañado de su mujer, Mira Markovic, y de su hija Marija, y sometido a arresto domiciliario en su residencia de Belgrado, tras el fallido intento de detención en la madrugada del sábado, se dedicó a hacer befa y escarnio de la policía y autoridades de Serbia. Milosevic se permitió salir hasta la verja de su residencia y saludar a sus fieles, cuando las agencias de prensa y los Gobiernos del mundo informaban de que había sido detenido y conducido al Palacio de Justicia de Belgrado. Entre el júbilo de sus seguidores, Milosevic saludó a los allí reunidos. A la 1.20 de la madrugada del sábado, en conversación telefónica con la emisora de radio B92, dijo: 'En este momento estoy tomando café con mis amigos aquí y me encuentro muy bien'. A la pregunta de si estaba asustado, Milosevic respondió: 'Por supuesto que no. Espero que esta historia termine de una manera justa, que quiere decir a favor de nuestro pueblo'. A través de la emisora británica BBC, Milosevic declaró sobre las acusaciones de corrupción y de tener cuentas en Suiza: 'Si tienen algunas evidencias e informaciones sobre el dinero, pueden cogerlo como un regalo mío. Una vez [Richard] Holbrooke me dijo que el Gobierno de Suiza acababa de decidir congelar mis cuentas y yo le dije: 'yo puedo regalarte todas esas cuentas y el dinero. Así llegarás a ser un hombre rico'. Nunca tuve cuentas'.

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