A la comisaría
En la semana que finalizó el domingo 18 de marzo, el señor Ruiz-Gallardón se reunía con varias empresas con el fin de dar más elección de ocio a los visitantes de Madrid y, así, promocionar también el turismo en la capital.
Desde mi modesta opinión, no hay que dar más, sino mejorar lo que hay. Y lo que hay en Madrid es una gran inseguridad para el turista. Está comenzando la temporada alta de la ciudad con el llamado turismo cultural. De nada nos sirven esas estadísticas que se hacen en los meses de verano sobre las denuncias de robos, porque, si bien sube la cantidad de personas que se mueven en España, éstas van a destinos de playa. Luego es normal que bajen los robos en Madrid. Prefiero pensar que es ingenuidad por parte de los que encargan los estudios y no una mentira a la que nos someten para pensar que Madrid es una ciudad segura.
No lo es; si no, que se lo pregunten a los japoneses que nos han visitado estos años atrás y que ahora han dejado paulatinamente de venir. Es fácil de observar: vayan al Museo del Prado y comparen el número de grupos que en los meses de enero, febrero y marzo lo visitaron el año pasado y el de quienes lo han visitado este año. Y es que Madrid se ha convertido en un destino desaconsejado por las agencias niponas, ya que está considerada como una ciudad peligrosa.
Y que es peligrosa lo constatamos todos los que trabajamos en turismo y con grupos. Los guías acabamos de comenzar nuestra temporada alta, la cual siempre se empieza con la fe y esperanza de que la seguridad haya mejorado. Ingenuidad por nuestra parte. Cada día que pasa parecemos más guardaespaldas de los grupos que guías. Vamos con el corazón en un puño haciendo todo lo posible para que nadie de nuestro grupo salga dañado. A veces es posible; otras, no.
Hoy me he dado cuenta de que de lo que hasta ahora eran hurtos elegantes, sin violencia y sin que el turista se diera cuenta de que le robaban hasta que echaba mano a la cartera, se ha pasado a la más pura violencia de los peores barrios del mundo, y me he dado cuenta en pleno centro de Madrid, en la plaza de España, a plena luz del día, a la una de la tarde.
Había un señor con rasgos orientales esperando tomar un autobús turístico cuando se ha acercado un coche, han intentado meterlo en él para robarle y, al ver que se resistía, lo han tirado con el coche en marcha. Ha ido a caer a los pies de mi grupo y míos. Es fácil imaginar que en vez de explicar la vida de Cervantes, Don Quijote y Sancho Panza, he tenido que aclarar lo que había ocurrido. No se puede vender aquello de 'de Madrid, al cielo' cuando la realidad es que 'de Madrid, a la comisaría'.-
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