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Columna
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Algo habrá hecho

En un acto público reciente, el escritor Antonio Muñoz Molina dijo que el comienzo de interiorización y aceptación por parte de la masa social de una situación totalitaria (es decir, cuando la gente mira para otro lado al objeto de no ver la barbarie que se desata sobre el vecino) se produce cuando comienza a hacerse moneda corriente la frase: '...Algo habrá hecho'.

Es verdad, pero yo aún diría más; yo diría que esta frase vive y respira entre la gente de manera cotidiana, conviviendo con otras llenas de sentido y convivencia, sin que nadie dé importancia a su maldad intrínseca; es, por así decirlo, una frase latente; es decir, que está siempre ahí y que, de pronto, un día puede adquirir ese tono ominoso que preludia primero, y acompaña después, a las grandes tormentas de dolor, injusticia y crimen que periódicamente desatan el Miedo y su compañera sentimental, la Intolerancia. Y creo que es una frase que está siempre ahí porque pertenece a un acervo de saber popular menos ingenioso y más cínico que el refranero, pero de la misma familia.

Julio Caro Baroja dijo del refranero que era, sobre todo, un compendio de sabiduría mostrenca y yo suscribo esa definición sin titubear. No faltará quien, al oírlo, se rasgue las vestiduras en nombre del pueblo, de la bondad y espontaneidad de lo popular, de la nobleza de lo incontaminado y de los derechos de los oprimidos porque cada uno es libre de representarse a los demás como le parezca; pero una lectura detenida revela que en el refranero predominan ante todo la zorrería y el provecho propio, muy por encima del ingenioso resumen de la experiencia de vida que pretende ser y que en ocasiones sí que es; también es muchas otras cosas como, por ejemplo, un memorizador de climas y estaciones; pero la malicia, la astucia egoísta y la hipocresía moralista y sentenciosa de bajo rasero son su principal fuente de alimentación. ¿Quizá porque la vida no daba para más? Pues no lo sé de cierto, pero ahí está para quien quiera comprobarlo.

'Algo habrá hecho' es una frase en la mejor tradición de la hipocresía castiza española. Es similar a otra que se dice cuando a alguien le acaece una desgracia: '...Por algo será'. Ambas proceden de la misma fuente, una frase madre que dice: 'Piensa mal y acertarás'.

Y no deja de ser curiosa la facilidad con que en el día a día convivimos con estas frases e incluso las alimentamos sin darnos cuenta, las vamos esparciendo sin mala intención a propósito de cualquier suceso y, sobre todo, suponemos que son sólo frases, las pobres, puras palabras sin mayor trascendencia, no pistolas, cuchillos o sogas de nudo corredizo, que eso sí que nos alarmaría de verdad.

El poder de las palabras se manifiesta y se recibe habitualmente por la contundencia, la elocuencia o la amenaza, pero pocas veces por su capacidad de ser portadoras de insidia, a no ser que uno esté advertido por la experiencia o por haber sido víctima de ellas. Y, sin embargo, el efecto contaminante del 'algo habrá hecho' va llenando el día a día con su fondo de mezquindad, envidia y codicia que contiene, aunque no lo aparente.

Y otro día, cuando la tentación totalitaria se convierte en opresión real y manifiesta, el lado oscuro de muchas de las almas que se alimentan de tales frases aparentemente inocuas sale a la luz y unas visten su intransigencia de cruzada de limpieza y regeneración moral mientras las demás se solidarizan con ellas mirando hacia otro lado y diciéndose ante la molesta presencia de las víctimas: 'Algo habrá hecho'.

Estas y otras expresiones cotidianas a las que no damos importancia porque parecen estar ahí 'de toda la vida', como el refranero, forman parte del aire que respiramos; así que cuanto antes lo reconozcamos antes nos podremos empezar a vacunar humildemente contra la contaminación ambiental. No hay más que abrir los ojos y ver cómo se empieza a hinchar el rechazo al otro, al distinto, al extranjero, en esta España tan fieramente democrática.

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