Sobre los cómplices
De todas las imágenes de la última muerte me impresionó mucho la de los concejales de EH inmóviles, sentados, sin votar la condena por el asesinato de uno que se sentaba entre ellos. Debe ser muy difícil estar así, con el rostro pétreo, ante gritos e insultos. Supongo que es fruto de una pasión nacionalista que no puedo sentir; ni quiero, y estoy satisfecho. Pero aún es peor entrar en un bar pistola en mano y matar a alguien indefenso. Pienso en los que tienen esa actitud sin manifestarla o alegrándose en secreto: doscientos, trescientos mil. Se verá en las elecciones, malditas elecciones, movidas por el PP y por el PSOE, ver que cuando las pierdan la tragedia será mayor. Pero es duro pensar que en un núcleo pequeño de población dos o tres cientos de millares aprueban un muerto tras otros. ¿Son los cómplices de las pancartas de la manifestación?
Otra idea maldita: esa ambigüedad. Ideólogos tontos y torvos van moviéndose hacia el desastre común. Por la libertad, la Constitución y el Estatuto, decían en su pacto solidario. Si uno no acepta las tres formas, ni cree en la libertad que concede Aznar, se vuelve cómplice a los ojos de estos mentecatos. Los cómplices ¿quiénes son? ¿Los verdaderos cómplices judiciales, los chivatos, los que dan nombres e itinerarios, y descripciones de coches? No, ésos son mucho más que cómplices. ¿Se refieren a los que no condenan? Ésos parecen ser unos Pilatos. Deben estar en su derecho: si no, estarían encarcelados. ¿O se apunta al PNV, para seguir la ofensiva electoral, la alusión a que de ellos salen las normas que se desmandan hasta el asesinato?
En un momento en que los mismos manifestantes contra el crimen están hablando de guerra civil, no creo que estas insinuaciones calumniosas sean legales. Digo 'legales' en el sentido en que se dice en medios juveniles para hablar de uno: 'Ése es legal'. O sea, honesto, claro, de fiar. No sé a quién se le ocurrió ese añadido: a un provocador. A alguien más raro que Aznar, menos simple que Mayor. Quizá pensó en esos doscientos mil votos que van a ir a los que no condenan, porque lo aprueban. Los iluminados, los patriotas, los que creen en su propia raza como en un designio divino. He visto tantos, con tan distintas etiquetas: y, sin embargo, aún me asombro de que existan.
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