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Todas aseguran que tienen 21 años

Un paseo nocturno por la Casa de Campo es suficiente para comprobar que muchas de las mujeres que allí se prostituyen son menores de edad. El pasado lunes, entre las diez y las doce de la noche, EL PAÍS recorrió la zona verde y comprobó que alrededor de una veintena de adolescentes se prostituían. Entre ellas estaba la kosovar de 16 años que se fugó el pasado día 13 del centro de acogida de Hortaleza.

La mayoría son subsaharianas o de países del Este. Tienen cara de niña, pero cuando se les pregunta la edad siempre contestan: 'Ventiuno'. La policía afirma que los proxenetas -de las redes organizadas de prostitución que las introducen en España de manera ilegal- las aleccionan con respecto a qué respuestas deben dar. Y lo hacen como autómatas.

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Algunas tenían la mirada perdida. La policía afirma que las mafias las drogan con cocaína para que aguanten a la intemperie semidesnudas durante horas. Van maquilladas y llevan zapatos de plataforma para parecer mayores. Se cruzan en el camino de los coches y se tocan los genitales para atraer clientes.

Algunas de ellas cobran incluso menos que las mayores: entre 1.000 y 2.000 pesetas. Ése era el precio que pedían, a últimas horas de la noche del lunes, por un servicio sexual muchas mujeres con aspecto de adolescentes en la Casa de Campo.

Muchas africanas son llevadas en furgonetas, cada noche, hasta la Casa de Campo, bajo la estricta vigilancia de dos o tres individuos, según fuentes policiales. Hay ciertos rasgos físicos que permiten diferenciar a las adolescentes de las adultas: caderas estrechas, pechos diminutos, muñecas finas... Y cara de niña.

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