Vocación social
Durante el enmarañado debate de las cajas de ahorro andaluzas se ha hablado mucho de la necesidad de convertir estas entidades en instrumentos financieros más potentes, pero se ha mencionado poco su razón de ser. Las cajas nacen muy vinculadas a las obras de beneficencia. Hoy todas dicen tener 'vocación social' y se consideran entidades sin ánimo de lucro.
Sin embargo, algunas cajas se vienen dedicando a actividades especulativas que poco tienen que ver con esa vocación. Algunas de estas cajas no sólo no facilitan el abaratamiento de las viviendas, sino que las encarecen. El mecanismo no es complejo: basta con impulsar un proyecto de envergadura para que todo el suelo de su entorno -que ha sido comprado previamente por la caja en cuestión o por empresarios 'de su confianza'- suba de precio. Estas actividades no sólo no son excepcionales, sino que llegan a ser una de las tareas fundamentales de algunas cajas.
A veces se logra convencer a la ciudadanía de la 'necesidad' de estas operaciones especulativas. Así ocurre por ejemplo con Puerto Triana, un proyecto respaldado por las cajas sevillanas que no es mucho más que un centro comercial sobre suelo público, pero que cualquiera diría 'imprescindible' para una ciudad repleta de riquezas arquitectónicas. Cuando estaba en la oposición del Ayuntamiento de Sevilla, el PSOE se opuso a operaciones similares como la de Tablada, pero desde que está Monteseirín las cosas han cambiado mucho.
Otra práctica habitual de algunas de las cajas andaluzas es la intervención en proyectos de tan escasa 'vocación social' como el asolamiento de parajes naturales para la construcción de apartamentos turísticos. Las muchas atrocidades que se han hecho en los últimos años en nuestro litoral dificultan destacar a una entidad en concreto, pero ha sido tanto el empeño de la Cajasur cordobesa -que respalda a la constructora Prasa- que no queda más remedio que destacarla.
El presidente de Cajasur, el clérigo Miguel Castillejo, confeso admirador del 'buen hacer como gestor' del alcalde de Marbella, no ha ahorrado esfuerzos para colaborar en ahogar con hormigón todo trozo de litoral que se le ha puesto a mano. Pero el padre Castillejo tampoco hace ascos al centro de las ciudades. Su próxima hazaña consistirá en convertir en solar las históricas bodegas de Osborne de El Puerto de Santa María para levantar de viviendas. Quizá por lo de la 'vocación social', a este desatino lo ha bautizado como 'Proyecto de regeneración del entramado urbano'.
La tendencia en todo el mundo es mimar los viejos edificios industriales y buscarles un uso que los convierta en útiles a la comunidad. Pero eso ocurre en el mundo civilizado. Aquí veremos derribar las bodegas portuenses y se borrará de un plumazo el pasado de esa ciudad.
En estos años de bonanza económica se están cometiendo barbaridades sólo comparables con las que se hicieron en los años 60 y 70, cosa que parecía imposible: nos creíamos inmunizados. Pero lo más sorprendente es que muchas de estas barbaridades se hacen por iniciativa de entidades que dicen tener 'vocación social' y con el respaldo de la izquierda.
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