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'No me voy de aquí sin mi hijo'

Un equipo de psicólogos apoyó a los familiares de los trabajadores heridos o muertos en el siniestro

Ángel y Mario estaban juntos cuando el mundo se hundió a sus pies. Ángel, de 53 años, tenía tres hijos, pero Mario, de 22, que ayer perdió la vida en el número 3 de la calle del Factor, era algo especial. Entre ellos, cuentan sus familiares, había una 'química' muy particular. Trabajaban juntos y compartían además aficiones. A Ángel, cuando los bomberos le rescataron entre un amasijo de escombros, le dolía más la falta de noticias de Mario que la fractura abierta de fémur que le diagnosticaron los médicos en el hospital de campaña instalado en plena calle Mayor.

'No me voy de aquí sin mi hijo', repetía una y otra vez Ángel a quienes le rodeaban. Entonces, los psicólogos se miraron y decidieron actuar: 'Ángel: Mario está en el otro hospital de campaña, así que vámonos para el Doce de Octubre', le dijeron.

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Aurelio Quintana, jefe del equipo de psicólogos del Samur destacado en el lugar de la tragedia, fue quien tomó la decisión de engañar al trabajador herido. 'Son cosas que a veces no tenemos más remedio que hacer', se justificaba ayer Quintana, experto en este tipo de sucesos.

Mientras Ángel pedía en la ambulancia noticias de su hijo, los bomberos rebuscaban entre los escombros. A pie de calle aguardaba Emilia, la esposa de Ángel y madre de Mario. Ella se enteró por la televisión de que en la calle del Factor se había producido un derrumbe. Mientras se comía con los ojos la tele, recibió la llamada del arquitecto encargado de la obra, conocido de la familia de Ángel, que le confirmó lo sucedido. Era el inmueble donde acudían su esposo y su hijo todos los días a trabajar.

Ya en la calle, Emilia supo enseguida que Ángel estaba herido, pero con vida. De Mario nadie le decía nada. 'Ángel está bien', le explicó un miembro del Samur. Lo acababan de sacar bajo los escombros con una fractura abierta de fémur y heridas en la cabeza y el tórax. '¿Y Mario?', preguntaba ella. 'Mario está localizado', le respondieron escuetamente. De nuevo, los psicólogos decidieron dilatar la noticia.

'Cuando por el intercomunicador nos dijeron que lo habían encontrado muerto decidimos esperar un poco', explica Aurelio. 'En estos casos, qué más da aguardar 15 minutos sí así ayudamos a otros familiares', añade.

Y es que en la calle del Factor otra madre esperaba impaciente noticias. Era la de Abdelkader Kabet, un obrero de 20 años que también resultó muerto. La mujer, acompañada de una hija, había acudido en busca de noticias. La familia Kabet lleva algún tiempo viviendo en Leganés. 'Vinimos aquí en busca de progreso, de una vida mejor... y mire qué desgracia', repetía la mujer.

Bomberos, médicos y psicólogos firmaron un pacto de silencio momentáneo para no alarmar más aún a la familia de Abdelkader. Pero la tregua no duró mucho. Las radios comenzaron a difundir la noticia de que Mario había sido hallado muerto bajo los cascotes y recordaron que los perros habían hecho otra señal que indicaba que alguien más estaba allí sepultado.

A la matriarca de la familia Kabet se unió entonces el padre y otra hermana. Poco antes de las seis sacaban el cuerpo sin vida de Abdelkader. Los Kabet dejaron de hablar en castellano y comenzaron a utilizar su idioma para expresar el inmenso dolor que sentían en esos momentos. El agregado de la Embajada de Marruecos se acercó hasta ellos para preguntarles dónde querían enterrar a Abdelkader. 'Vinimos a España en busca de una vida mejor, y aquí queremos enterrar a nuestro hijo', respondieron.

Un agente de policía trataba de consolar ayer a algunos de los familiares de los obreros sepultados por el drrumbamiento.
Un agente de policía trataba de consolar ayer a algunos de los familiares de los obreros sepultados por el drrumbamiento.EFE

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