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NUEVO DERRUMBE EN EL CENTRO DE MADRID

Dos obreros muertos y uno herido al desplomarse el edificio que apuntalaban

Otros cuatro operarios que trabajaban en el bloque de la calle del Factor resultaron ilesos

Dos jóvenes obreros que trabajaban en el apuntalamiento de un edificio en el distrito de Centro murieron ayer al desplomarse parte de las cuatro plantas del inmueble, ubicado en el número 3 de la calle del Factor, muy cerca de la calle Mayor. En el derrumbe, el segundo en menos de una semana en la capital, resultó herido otro operario, padre de uno de los fallecidos. Otros cuatro trabajadores lograron escapar del edificio antes de que su interior se desmoronase atrapando a sus compañeros. El deterioro del bloque, vacío desde hace 20 años, había sido denunciado reiteradamente por los vecinos. En el inmueble se habían realizado diversas obras de refuerzo y apuntalamiento desde 1996 por motivos de seguridad.

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El siniestro ocurrió a las dos menos veinte de la tarde. Seis de los siete obreros, que pertenecen a la empresa Obras y Construcciones Grajo, SL, estaban en la primera planta del inmueble cuando parte de éste se vino abajo. Javier Martín, de 22 años, uno de los trabajadores que escapó de la tragedia, sintió 'cómo una pared se desmoronaba y cómo el suelo se hundía'.

Él y otros dos compañeros -Ángel Vinicio, de 23 años, y Luis, de 44- alcanzaron la escalera interior del edificio, que milagrosamente se mantuvo en pie. Otro trabajador que se encontraba en la cuarta planta también resultó ileso, aunque durante unos minutos quedó colgado de un alero. Peor suerte corrieron los otros tres obreros, que estaban en la primera planta. Ángel Pérez Falagán, de 53 años, fue rescatado con vida por los bomberos tras pasar hora y media sepultado por los cascotes. Su hijo, Mario Pérez Ponce, de 22 años, y Abdelkader Kabet, de 20 años y nacionalidad marroquí, murieron aplastados por toneladas de escombros.

El primero en acudir al lugar del siniestro fue Julián Gómez, propietario de una farmacia cercana. 'Yo había dejado la tienda para echarles la bronca por el ruido que armaban por las obras, cuando les vi salir. Me contaron lo que había pasado y avisamos a la policía', relató Gómez.

A los pocos minutos, la calle Mayor y la calle del Factor (una callejuela estrecha y empinada del Madrid de los Austrias) se llenaban de policías, bomberos, miembros del Samur y de Protección Civil. Se repetían las mismas escenas que inundaron los telediarios el pasado miércoles, cuando un edificio de cuatro plantas de la calle Gaztambide (Argüelles) se desplomó matando a un mendigo e hiriendo a un fontanero que trabajaba en la planta baja.

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Los cuatro trabajadores ilesos alertaron a la policía y a los bomberos de que dentro del edificio había tres compañeros suyos. Los perros -tres pastores alemanes entrenados en rastrear cuerpos enterrados- marcaron dos lugares en la montaña de cascotes y los bomberos comenzaron a retirar los restos del edificio piedra a piedra.

Desde el exterior, la fachada no presentaba daños. Tampoco la parte posterior del edificio. El inmueble, de finales del siglo XIX, se había derrumbado por dentro: un tercio se había venido abajo, desde la cuarta planta hasta el bajo, al fallar un muro de carga. Los técnicos municipales buscaban ayer las causas concretas del derrumbe. Además, el juez ordenó otro informe de los especialistas del Instituto Torroja, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Al lugar del siniestro acudieron el alcalde, José María Álvarez del Manzano;, la concejal de Policía Municipal, María Tardón, y el delegado del Gobierno, Francisco Javier Ansuátegui, entre otros representantes políticos. La confusión fue total en los primeros momentos, mientras los bomberos buscaban entre los escombros bajo la amenaza de que el bloque se desmoronara por completo.

Guiados por las marcas de los perros, los bomberos dieron pronto con la primera persona sepultada. Ángel Pérez, de 53 años, quedó liberado de cintura para arriba bajo un aguacero torrencial. El concejal de Salud, Simón Viñals, informaba de que no se temía por su vida, pero que había que esperar hasta que los bomberos le sacaran de la prisión de ladrillos y cascotes en la que se encontraba. Los obreros que habían escapado del derrumbe iban de un lado para otro, vestidos con el mono azul, sin saber muy bien qué hacer, aturdidos por el aluvión de cámaras y de micrófonos que se abalanzaba sobre ellos. También empezaban a aparecer parientes de las víctimas.

Hasta una de las esquinas del cordón policial llegó una señora mayor vestida de negro. Lloraba. Pedía a gritos a un policía que le dejara atravesar la cinta. Dio su nombre: María Rosa. Y dijo por qué estaba allí: era hermana de Ángel Pérez, que todavía estaba en medio de los escombros, y tía de Mario. El policía no le dio permiso para acercarse. Y la mujer, que se había enterado por la televisión de que a su hermano y a su sobrino se les había caído una casa encima, preguntó a quienes la rodeaban si sabían algo. Un periodista le contó que su hermano Ángel estaba enterrado, pero vivo. '¿Y Mario? ¿Dónde está Mario?', volvió a preguntar la mujer. 'Mario es uno de los que están debajo de los escombros y no se sabe cómo está', le contestó alguien.

A pesar del diluvio, cerca de cuatro centenares de curiosos se arremolinaron en torno al bloque derruido. Muchos de sus comentarios hacían referencia al desplome del miércoles pasado: '¿Qué pasa en Madrid, que se caen todas las casas?', se preguntaba uno de los presentes.

A las tres de la tarde, aproximadamente, los bomberos liberaron a Ángel. Llevaba casi hora y media enterrado. Le subieron en una camilla. Tenía la cabeza ensangrentada, el mono hecho jirones, la cara tapada por una máscara de oxígeno. Fue trasladado al hospital Doce de Octubre, con pronóstico 'menos grave'. Sufría heridas en la cabeza, en las piernas y en la pelvis, pero no tenía fracturado ningún hueso, según el Samur. 'Aún quedan otros dos dentro', comentó en voz alta uno de los curiosos, que con un auricular en la oreja oía cómo por la radio le contaban lo que tenía enfrente.

La esposa de Ángel y madre de Mario llegó pocos minutos antes de saberse que los bomberos habían encontrado el cuerpo sin vida de su hijo. Cerca estaba la madre de Abdelkader, presa de una crisis nerviosa. Los cuatro obreros que escaparon habían sido claros: había tres dentro. Así que el cuerpo del marroquí debía de estar también entre los cascotes de lo que quedaba del edificio de la calle del Factor.

'Es extraño, pero los perros sólo han hecho dos marcas. Y ya han aparecido dos cuerpos. En el derrumbe de Gaztambide, los perros hicieron también dos marcas, y hubo sólo dos enterrados, aunque se decía que había más. Puede que no haya nadie más enterrado ahora', comentaba a las cinco y media un miembro del Samur. Se equivocaron los perros. A las seis de la tarde, los bomberos encontraron el cuerpo de Abdelkader Kabet. Junto con el de su compañero Mario, fue trasladado al Instituto Anatómico Forense.

La información sobre el derrumbamiento del edificio de la calle Factor ha sido elaborada por: Mabel Galaz, Antonio Jiménez Barca, Azucena Criado, Rafael Fraguas y Oriol Güell.

Fachada del edificio en obras siniestrado ayer en la calle del Factor.
Fachada del edificio en obras siniestrado ayer en la calle del Factor.BERNARDO PÉREZ

Tres derrumbes con víctimas en cinco días

El hundimiento del edificio de la calle del Factor es el tercero ocurrido en los últimos cinco días en Madrid. El pasado miércoles se desplomó un inmueble de cuatro plantas en la confluencia de las calles de Gaztambide y de Alberto Aguilera, en el barrio de Argüelles. En el derrumbamiento murió un mendigo que solía pedir en la esquina. El segundo siniestro tuvo como escenario Alcobendas. La caída de un muro en una casa en obras de la calle Málaga causó la muerte de un niño de 12 años. En los últimos 26 años ha habido 31 víctimas por derrumbamientos de inmuebles, cornisas, marquesinas y otros elementos arquitectónicos. En estos accidentes resultaron heridas varias decenas de personas. Por el número de víctimas mortales, el siniestro más grave se produjo el 5 de septiembre de 1987 en la finca que ocupaban los antiguos Almacenes Arias en la calle Montera. Diez bomberos perdieron la vida al derrumbarse el edificio cuando sofocaban un incendio.

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