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El diario de un inmigrante de ida y vuelta

El ecuatoriano Auter Solano, de 28 años, vuelve al trabajo en Murcia tras obtener sus papeles en Quito

Auter Solano, ecuatoriano de 28 años, ya tiene visado. Tomó el primer vuelo de emigrantes ecuatorianos que se acogieron al plan del Gobierno y regresó de Quito a Madrid el pasado miércoles. Auter Solano llegó por vez primera a España hace casi un año, el 20 de abril de 2000. Para conseguirlo contrajo una deuda de 2.000 dólares (poco menos de 400.000 pesetas) que saldó íntegramente antes de acogerse al programa de retorno voluntario ofrecido por el Ejecutivo a los ecuatorianos para regularizar su situación. Él ha sido uno de los primeros 50 ecuatorianos que partieron el 19 de febrero hacia Ecuador con un precontrato de trabajo. Regresó a su país natal sólo para recoger un papel que supone un sueño para miles de sus compatriotas. Hoy Auter ya tiene su visado. Y hoy, con la misma experiencia que antes, las mismas fuerzas y similares ganas por ganarse un sueldo, ya puede trabajar. Con todos los papeles en regla y sin haber desembolsado más dinero del que ya gastó en su día -el Gobierno ha pagado íntegramente el pasaje de ida y vuelta-, se siente feliz. Pero en los días previos al viaje no fueron pocos los nervios y la desconfianza. Durante aquellos días, Auter Solano aceptó contar a EL PAÍS sus sensaciones y anhelos.

'Si me dan los papeles y la vuelta, me habrán hecho un regalo. Si no, me habrán perjudicado'
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- JUEVES 15 DE FEBRERO

Desde el accidente de principios de enero no se puede vivir aquí. Ninguna empresa nos ha querido dar trabajo y no se puede estar viendo el tiempo pasar. Pero estoy resuelto a irme y si no regreso no me importa, lo que no quiero es estar sin hacer nada.

Lo que más me consume en estos días es pensar en el momento del reencuentro con mis hijos. Si llego a conseguir los papeles regresaré. Si no, no vuelvo. - 16 DE FEBRERO

Esta noche he soñado con mi familia. Veía a mi hijo John, de nueve años, y a la pequeña de tres, Paola. Soñaba que los llamaba. El varón es morenito, como yo, y la chica blanquita, como mi mujer.

Hoy me ha dado por pensar en mis compañeros de estudios en Quito. Ésos que pudieron acabar la carrera que yo sólo empecé: Ingeniería Agroforestal. En casa no había dinero para que yo estudiara. Me juro que mis hijos acabaran sus estudios. Ayer, mi esposa me dijo por teléfono que irían todos a recogerme al aeropuerto. '¡Ya no te dejo volver!', me advirtió.

- SÁBADO 17 DE FEBRERO

Hoy me he despedido de los compatriotas que se quedan, de mi jefe y de la gente del pueblo. Mi jefe se ha portado muy bien conmigo. Al despedirnos me dio un nuevo papel firmado y sellado en el que dice que quiere que trabaje para él, por si lo necesito en Ecuador. Es curioso, no me llevo ningún recuerdo grato de aquí. Todo ha sido trabajo y preocupación. La soledad y el no poder contar tus cosas a nadie es lo peor de todo.

- DOMINGO 18 DE FEBRERO

Esta noche no he dormido nada. La pasé conversando con los compañeros sobre el viaje. La angustia de irme y no poder regresar no me deja tranquilo. Hay mucha gente y no creo que nos llamen a todos. Tengo que arriesgarme porque no puedo seguir sin hacer nada.

- LUNES 19 DE FEBRERO

Ángel y yo dejamos el pueblo. En Murcia, aguardamos durante un largo rato a tres o cuatro compañeros del grupo de 50 que debíamos retornar a Ecuador. Dos de ellos desistieron. Yo no tenía alternativa. Pese a la nueva Ley de Extranjería, pude seguir trabajando en la finca durante dos meses, casi siempre por la tarde, cuando los inspectores no suelen aparecer, pero hace dos semanas el jefe me dijo que no podía contratarme más. Me invitó a que fuera a comer siempre que quisiera para que no pasara hambre. Pero así no se puede vivir. Cuando me dijeron que había sido seleccionado, acepte de inmediato. El viaje a Madrid fue muy largo. Nos acompañaban dos personas de la Delegación de Gobierno. Mi cabeza estaba ya en Ecuador. Si me dan los papeles y un pasaje de vuelta, me habrán hecho un regalo. Si no, me habrán perjudicado. En Barajas había decenas de periodistas.

- 20 DE FEBRERO

Aterrizar en Quito fue una alegría. Nos esperaba gente de la Embajada española y del Ministerio de Exteriores. Nos dijeron que todo estaba arreglado con el Gobierno de España. Llegué sin equipaje y fui el primero en salir de los controles migratorios y aduaneros. Allá apenas tengo la ropa de trabajo. Estaba aturdido y me vi rodeado de periodistas. No podía ni decir mi nombre. Sólo quería encontrar a mi familia. Tenía miedo de hallarles indiferentes, de que Paolita no me reconociera. Las vi entre la gente, pero no pude acercarme. Sólo pude tomar a la niña en brazos cuando nos alejamos. En casa todo estaba como lo deje. La primera noche fue difícil. Me desperté con la sensación de que estaba en España, y de que debía ir a trabajar. Cuando amaneció, todo estaba bien. Mi esposa estaba a mi lado y la abrace.

- MIÉRCOLES 21 DE FEBRERO

Ese día todo fue aún más extraño. Tenía la impresión de que lo que había en la casa no era mío. Encendimos la radio y oímos que los retornados hacían una cola en una nueva oficina en la avenida Colón. En las afueras de la oficina esperaba alguna gente. Pero todo estaba cerrado.

- JUEVES 22 DE FEBRERO

No han llamado por teléfono. El silencio es angustioso. Creo que iremos a Loja a visitar a mis abuelos. Mi mujer y yo hemos considerado la posibilidad de que ella venga conmigo a Murcia. Ya no queremos estar separados. Pero lo mejor será que se quede, para que cuide de la niña. Yo volveré en un año y medio más. Me ha dicho que tiene miedo de que conozca a otra mujer. Pero eso no va a suceder.

- VIERNES 23 DE FEBRERO

Otro día de espera. Si no llaman hoy, habrá que esperar hasta el miércoles, cuando termine el puente de Carnaval. Fuimos a visitar la tumba de mi hermano. No han llamado. Mañana emprendemos el viaje a Loja.

- SÁBADO 24 DE FEBRERO

18 horas hasta Tacamoros. Mi mujer y yo hemos acordado que si me dan los papeles, trataré de que ella vaya a visitarme y que se quede dos o tres meses conmigo.

- DOMINGO 25 DE FEBRERO

Mis abuelos mataron un cerdo e hicieron una fiesta con los vecinos por mi llegada. No había vuelto a Loja desde el 89. Están viejos. Aún siembran maíz en los mismos 500 metros de terreno.

- LUNES 26 DE FEBRERO

Mi abuelo me ha preguntado si he pensado quedarme en Ecuador. Pero aquí no hay forma de vivir. Si no me dan los papeles, de cualquier manera, volveré a España. No hay duda. Llegaré a través de Italia o de Holanda. Si entré como indocumentado a Newark (EE UU) a los 17 años, porque no a Murcia. Le cuento a mi abuelo que no me ha costado trabajar en las huertas de Murcia. Sobre agricultura hay muchas cosas que decir, y muchas diferencias con España. Por ejemplo, allá los animales se reproducen con inseminación artificial. Aquí al natural. Aquí bastan la tierra y el agua para los cultivos, allá se utilizan fertilizantes químicos y se fumiga todos los días.

- MIÉRCOLES 28 DE FEBRERO

He vuelto a las oficinas de la embajada. Un funcionario informa de que nos recibirían el jueves. Mi mujer, mi hija y yo no nos hemos separado ni un solo minuto. Ella esta triste y siempre dice: 'Tenemos un día menos'. Por la tarde vamos al cine. No he visto ni una peli en 10 meses. A mi regreso, será igual. Voy decidido a ahorrar dinero. Finalmente, me han llamado. Tendré que ir a la embajada el viernes.

- VIERNES 2 DE MARZO

He ido a firmar los papeles. Nos atiende una funcionaria con acento español.

- DOMINGO 4 DE MARZO

Bebimos durante toda la noche. Mi padre está triste. Dice que quisiera viajar a España, pero tiene 50 años y pocas oportunidades de lograr trabajo en el campo.

- LUNES 5 DE MARZO

Nos hemos levantado muy temprano. Ha comenzado la despedida. Mi madre cuenta la historia de la primera vez que emigré del Ecuador. Era el año 91. Mi padre fue el primero en marcharse a Estados Unidos. Luego, les llegó el momento a los hijos. Cuando me tocó el turno, tenía 17 años y ya estaba casado. Recuerdo la fábrica en la que trabaje cinco años y medio.

- MARTES 6 DE MARZO

Mi decisión de ir a España fue fácil. Pero no la hubiera cumplido si mi hermano no hubiera muerto a los 29 años. Me despeché y me marché. Me aconsejaron que fuera a Murcia, donde estaban los ecuatorianos, y que buscara a un hombre que tenía un piso. Había trabajo.

Regreso a España mañana. Soy un inmigrante. Pero espero que mis hijos no lo sean.

- MIÉRCOLES 7 DE MARZO

He llegado al aeropuerto y he salido entre los últimos de la sala de embarque. Aquello estaba lleno de periodistas que nos preguntaban cómo nos sentíamos y adónde íbamos. Les he dicho que tengo un contrato para trabajar en una finca de Pozo Estrecho, en Cartagena (Murcia), y que voy a buscar un autobús que me lleve allí lo más rápidamente posible. Debería estar contento, puesto que esto era lo que quería. Pero no puedo dejar de pensar en mi mujer, ni en mi hijita, que me decía: 'Papá, no te vayas'. Llevo en el bolsillo 200 dólares que pedí prestados. Tengo el pasaporte con el visado, pero aún no me han informado de qué pasará con mis permisos de trabajo y residencia. Me he jurado que no estaré allí más de tres años. Luego me vuelvo a Ecuador y no salgo más de allí.

No puedo creerme que ya vaya a pisar otra vez Barajas. Siempre temí no volver, que no iba a ser cierto. Pero el Gobierno ha cumplido. Hoy respiro aliviado al bajarme del avión. La única tristeza es haberse dejado a la familia allá, tan lejos... Mis hijos se quedaron apenados y mi esposa resignada. Mi meta será trabajar y ahorrar para volver cuanto antes.

- 11 DE MARZO

Hoy he ido a Torre Pacheco a llamar por teléfono a casa porque allí es más barato. Mi esposa me ha contado que Paulita se enfermó con unas fiebres pero que, al parecer, era de pura tristeza, porque al enseñarle una foto mía la niña se puso buena como por arte de magia. Mañana lunes tengo que ir a recoger la tarjeta de residencia a la oficina de Extranjería en Murcia. Es el único requisito que me falta para empezar el trabajo el martes. Sé que voy a ganar menos que en otros lugares porque debo trabajar con la persona que me ofreció el precontrato, a razón de 600 pesetas la hora. En la construcción pagan la hora a mil pesetas. A ver si puedo trabajarle tres o cuatro meses a este señor y luego busco algo mejor...

Auter, a su llegada al aeropuerto de Barajas el 7 de marzo.
Auter, a su llegada al aeropuerto de Barajas el 7 de marzo.MIGUEL GENER

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