<l>Sobre el vanguardismo y Mariscal</l>
Le agradecería la publicación del siguiente texto como llamada de atención sobre algunos excesos vanguardistas que se 'cometen' con el dinero del contribuyente.
¿Hasta dónde llegará la osadía del señor Mariscal y hasta dónde alcanzará el papanatismo -o la tolerancia ignorante- de nuestros próceres al aprobar proyectos (¡) que únicamente alaban el infantilismo cultural o la falta de criterio para decir -también aquí- ¡basta ya!?
En el breve lapso de una semana, el señor Mariscal ha presentado un logotipo para la candidatura de Madrid como sede de los Juegos Olímpicos del año 2012 y un diseño de jardín 'casi marciano'. E1 primero de ellos ha sido seleccionado por la Fundación Madrid Nuevo Siglo, cuyos socios no han caído en el pequeño detalle de que tan 'imaginativo' e 'inmejorable' proyecto es un plagio del logotipo de la entidad Caja Duero (su imagen especular con una mínima deformación), y ante las reservas del equipo del gobierno municipal el señor Mariscal reclama, eso sí, el pago del millonario premio por tan original aportación.
Sobre el jardín 'casi marciano', ideado para dotar de señas de identidad a Móstoles (?), con un gasto a cargo de sus presupuestos de varios cientos de millones de pesetas a sumar a los jugosos honorarios de tan vanguardista 'proyecto', lo más llamativo es sin duda el nuevo arte del señor Mariscal para 'recuperar las raíces' de sus propias 'historias' en una excelente aplicación práctica de los tan imaginativos ciclos de creación de mitología y posterior fundación de partido nacionalista. ¡Basta ya!-
'El alcalde piensa en una votación popular para elegir el logotipo de Madrid 2012' (El País Madrid). Lo que faltaba.
El señor Álvarez del Manzano no sabe que todo lo relacionado con el arte -y el diseño lo es- hay que dejarlo en manos de los artistas.
Mariscal haría muy bien en no aceptar modificarlo, porque si hace caso a nuestro ínclito alcalde no nos libramos del oso y el madroño. Como poco. O la chulapa y el chulapo retrechero.
Un viejo compañero mío decía que no hay nadie más peligroso que el que no entiende de nada. O sea, el señor Álvarez del Manzano, entre otros.- Agustín Olivera Martín. Madrid.
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