Un nacionalista de la línea dura
Heribert Barrera participa de la escuela del catalanismo más esencialista
Heribert Barrera (Barcelona, 1917) es un hombre al que la guerra civil le pilló muy joven. El nacionalismo le vino de cuna: es hijo de Martí Barrera, que fuera consejero de Trabajo de Macià y de Companys y hombre del sector de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) afín a Esquerra Republicana (ERC). Martí Barrera era uno de tantos catalanes con el corazón dividido entre la CNT y ERC y fue el editor del libro del sindicalista Ángel Pestaña, 60 días en la URSS.
Al contrario que su padre, hay quien opina que el joven Heribert optó por surcar las aguas del nacionalismo más que circular por las vías de la izquierda. Quizá eso hizo que su ideología perdiera calado social. En 1934 inició los estudios de Química en la universidad de Barcelona (entonces Autónoma). Ingresó en el Bloc Escolar Nacionalista y en la Federació Nacional d'Estudiants de Catalunya (FNEC) y a finales de 1935 se integró en las Joventuts d'Esquerra Republicana de Catalunya (JERC).
En la universidad rivalizaban en nacionalismo, a veces con puños de por medio, jóvenes españolistas y catalanistas. 'El nacionalismo radical catalanista era el mecanismo de socialización de las clases medias; muchos se quedaron en él y para otros fue un proceso de adolescencia', explica al respecto el historiador Enric Ucelay da Cal.
Con los comunistas
Una vez que estalló la guerra, Barrera participó en diversas batallas en el frente de Aragón y de Lleida, en columnas controladas por los comunistas del PSUC. Eran tiempos en los que los universitarios catalanes se formaban en la escuela de oficiales que la Generalitat puso en marcha bajo la batuta de Alexandre Galí. Eran jóvenes que soñaban con una patria catalana, al margen de una República en la que veían demasiados 'vicios españoles', como el marxismo, una ideología que, al igual que el anarquismo, veían extraña a Cataluña.
En ese contexto de preguerra y guerra civil, Barrera vivió de cerca el abatimiento a tiros de los hermanos Badia -Miquel y Josep- por militantes de la Federación Anarquista Ibérica cuando salían de su domicilio. Tanto los Badia como Josep Dencàs, que fue consejero de Gobernación, constituyeron el alma de los comandos de Estat Català que el 6 de octubre de 1934 quisieron llevar la iniciativa de la protesta contra el gobierno derechista de Madrid. Al final, ante la presencia de las tropas del general Batet, huyeron en desbanda y sus rifles, unos Remington con apariencia de Winchester, quedaron en manos de los anarquistas.
Durante la guerra civil, Barrera era de los hombres que ansiaban que el orden se impusiera a la anarquía revolucionaria. Transcurría el primer año de contienda y fuerzas como Estat Català no estaban integradas en el Comité de Milicias Antifascistas.
Cuando la guerra ya estaba perdida, Barrera pasó los Pirineos y fue a parar, con tantos otros exiliados, a un campo de internamiento para refugiados en Argelès. De allí salió gracias a los buenos oficios de un diputado socialista francés. Durante su estancia en Montpellier tuvo lugar un extraño episodio. De acuerdo con algunas fuentes, un sector de jóvenes nacionalistas catalanes, entre quienes se encontraban Barrera y Alexandre Cirici-Pellicer, concluyeron que quizá los nazis podrían ayudar a la creación de un Estado catalán independiente dentro de una Europa bajo la bota del III Reich.
Barrera siempre ha negado esta versión, que fue publicada en su momento por Diario de Barcelona. En el polémico libro-entrevista ahora publicado, el dirigente de ERC habla de este episodio y lo atribuye al intento de un oficial nazi de entrar en contacto con Josep Tarradellas. Al final, según su versión, Tarradellas 'habló con los dirigentes de ERC y todos ellos decidieron no tener tratos con los alemanes'.
Ayer, el propio Jordi Pujol aseguró que el Barrera del exilio francés fue detenido por la Gestapo y que en su domilicio había albergado refugiados judíos. En su libro biográfico, obra del periodista Enric Vila, no aparece este extremo. El Barrera que vivió en Montpellier bajo el régimen de Vichy liderado por el mariscal Pétain, obtuvo una beca para proseguir sus estudios universitarios de Químicas y Matemáticas, que luego amplió en la Sorbona parisina. No consta en su biografía ninguna especial actividad en la resistencia.
Respecto a su actividad política entre los republicanos, los enfrentamientos con Josep Tarradellas, así como con el ala prosocialista de ERC, fueron numerosos y conocidos. Heribert Barrera regresó a España en 1952, donde mantuvo actividad política de oposición y desde donde viajó a Estados Unidos en reiteradas ocasiones. Allí, sin duda, reforzó su vocación atlantista y anticomunista. Ello no le impidió concurrir a las primeras elecciones democráticas de 1977 en coalición con el maoísta Partido del Trabajo. Tan curiosa entente arrojó como dividendo un acta de diputado que fue para Barrera. De su habilidad política -de los maoístas a la patronal- da cuenta una controvertida acusación que señaló a la Esquerra Republicana de Barrera como beneficiaria de una parte de los fondos que Fomento del Trabajo Nacional destinaba a los partidos antimarxistas.
A mediados de 1991 ocupó el escaño que dejó Carlos Garaikoetxea en el Parlamento Europeo. Y allí decidió no utilizar el castellano, sino el inglés, en su condición de diputado catalán y no español.
Las ideas xenófobas de un defensor de Haider
La publicación del libro Què pensa Heribert Barrera, de la editorial Proa, una larga entrevista realizada por el periodista Enric Vila ha levantado un gran revuelo por las declaraciones xenófobas del entrevistado. A continuación reproducimos estractos de los aspectos más polémicos. - Desaparecer. 'Si continúan las corrientes migratorias actuales, Cataluña desaparecerá'. 'Eso, claro está, si la entendemos como una nación con su lengua, su cultura y su historia, y no como un simple territorio. Si la inmigración se limita a unos niveles razonables, entonces la cosa es más dudosa. ¿Hasta qué punto el asimilismo español triunfará por una cuestión de número. No lo sé. Tengo la esperanza de que quizá lo podamos aguantar, que podremos ir integrando la población inmigrada de origen español y la llegada de fuera de España. Ahora bien, no lo veo seguro'. - Bilingüismo. 'El bilingüismo estable sólo es posible en una sociedad en la que coexistan dos comunidades separadas. Y ni es una situación deseable, ni es una solución posible en nuestro caso'. - ETA. 'Para mí ETA, y no me importará que salga impreso, hace la guerra. Matan civiles, es cierto. Pero yo fui testigo de los civiles muertos inútilmente a causa de los bombardeos británicos de Montpellier, cuando se sabía perfectamente que allí no había ningún objetivo militar, ni prácticamente ningún alemán, ni nada de nada. En las guerras se mata civiles, ya se sabe. Que la de ETA es una guerra estúpida, que no tiene sentido, de acuerdo. Pero moralmente sus acciones tienen la misma justificación que la de los ingleses cuando bombardearon Montpellier'. - Ley de Extranjería. 'Si yo hubiera sido diputado habría votado a favor de la Ley de Extranjería del PP, porque considero que sus posiciones en este tema son más adecuadas que las de la oposición.' - Sociedad civil. 'En cierta manera la sociedad civil es un mito. En parte existe y en parte la forman instituciones subvencionadas por el Gobierno'. - Esterilización.'En principio, a mí no me parece fuera de lugar esterilizar una persona que es débil mentalmente a causa de un factor genético'. - Pujolismo. Jordi Pujol es suficientemente joven como para que todavía pueda tener una gran influencia política después de haber dejado la presidencia de la Generalitat. Pensar que el pujolismo se acabará el día tal del año 2003 no tiene ningún sentido. Lo que pasa es que, evidentemente, poco a poco se irá desvaneciendo'. - El enemigo exterior. 'Yo no sé si hay una intención deliberada. Pero es evidente que cualquiera que quiera españolizar Cataluña tiene interés en que la inmigración venga hacia aquí. Es una fórmula muy eficaz'. - La genética y la inteligencia. 'Aunque no sea políticamenmte correcto decirlo hay muchas características de la persona que vienen determinadas genéticamente, y probablemente la inteligencia es una de ellas'. - Los 'okupas'. 'El derecho a la propiedad es constitucionalmente mas fundamental que el derecho a la vivienda y la ocupación de una vivienda es, a todos los efectos, ilegal'. - Haider y el racismo. 'Para mí el significado antiguo de racista es el válido. Es decir, racista es quien cree que hay razas superiores a otras o acepta discriminaciones en función de la raza. Pero cuando el señor Haider dice que en Austria hay demasiados extranjeros no está haciendo ninguna proclama racista. Quiere decir que quiere preservar la sociedad austriaca tal como a él le gusta, tradicional, cosa imposible desde el momento en que se le incorpora un número considerable de extranjeros, de otras alenguas, y costumbres, que modifican esta sociedad'. - Aportación de los inmigrantes. 'A mí que me digan qué ganamos con que en este momento se bailen tantas sevillanas. No ganamos absolutamente nada. Ni que tengamos aquí unas mezquitas y haya un porcentaje cada vez más alto de musulmanes. No creo que todo esto nos beneficie en nada'. - Poner condiciones. 'A los que están aquí en situación legal no les echaría nunca, ni mucho menos. Además, sería liberal con la cuestión de la nacionalización. Pondría las condiciones que se ponen en países como Estados Unidos de América'. - Pena de muerte. 'Yo voté contra la pena de muerte cuando era diputado, pero no estoy seguro de que fuera un gran acierto, tengo muchas dudas. No veo por qué los asesinos pueden matar gente a conciencia, a veces simplemente para robar, y ellos en cambio han de estar protegidos de este este cargo extremo'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.