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VISTO / OÍDO
Columna
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Estudia, estudia, estudia

El domingo decía el ministro de Educación japonés en The New York Times: 'Nuestro sistema actual de decir a los niños únicamente 'estudia, estudia, estudia' ha sido un fracaso'. Supongo que sería peor decirles 'no estudies, no estudies, no estudies'. La última prueba entre alumnos de ESO muestra, también, un fracaso (ayer en este periódico; este panfleto, como le trata el que se hace llamar Supergarcía). Nuestros chicos no son cultos: no van a ser una excepción. Éste es un país muy ignorante. La ignorancia se ha trabajado durante siglos y, al fin, se ha conseguido. A pesar de todo, en el Novecientos, hasta la Cruzada, hubo más cultura: sobre todo a partir del Desastre. Unos movimientos de instrucción pública, muchos salidos de partidos y de instituciones privadas, luchaban por la educación obrera, y entre todos hicieron llegar la República; la cual hizo un gran esfuerzo en la lucha contra la ignorancia: La Barraca de Lorca o las Misiones Culturales estaban a la cabeza de muchos movimientos: no es extraño que los siglos antiguos se alzaran contra ello en forma de cruzada. Ciertas ineptitudes se deben no sólo a la siembra de falso conocimiento y de mentiras, sino a que quienes deben distribuir la educación y la cultura se formaron / deformaron bajo ese signo de la falsedad, en sus colegios y en sus casas y a veces en los libros de sus papás.

En la República de Weimar se decía que por primera vez la cultura estaba contra la civilización: palabras tan resbaladizas se explican en el sentido de que se llamaba civilización a la organización, el orden, la tradición; y la cultura era una transgresión. Cuando el orden se hizo más rico -o sea, con Hitler- la cultura tuvo que morir o huir. También pasaría en España, cuando el orden se llamó Franco: cultura muerta, presa, escapada. Al hacerse ministerial, produjo, premió, ensalzó todo aquello que no fuera transgresión. Su forma de elevar ahora a personajillos secundarios que, al ser de derechas, garantizan lo establecido, la civilización, completada con la evicción de la izquierda (que puede significar la transgresión, la busca y enseñanzas de lo falso) y la adquisición de medios de información, produce un país donde la ignorancia es parte de una felicidad criminal. No es raro asombrarse de que los estudiantes no sepan nada. Y es verdad que obligarles a que estudien es participar en que ahonden su ignorancia adquiriendo conocimientos falsos.

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