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Reportaje:

La ruina de vivir con 500 millones al mes

Los turcos temen que la crisis actual desboque aún más la inflación

Juan Carlos Sanz

Los turcos comenzaron a enfrentarse ayer al fantasma de recesión después de un fin de semana en el que se endeudaron para adquirir dólares y firmar letras de compras a plazos. 'Los precios de hoy pueden ser irrisorios cuando venzan los créditos', explicaba el director de una agencia de turismo. Cada cual intenta sacar partido de la crisis. Pero los turcos empezaron a pagar ayer hasta un 10% más por los populares cigarrillos extralargos o el raki, la bebida anisada nacional. Es la primera subida de una cadena que se espera imparable tras la brutal devaluación de la lira la semana pasada.

'Cuando suba la gasolina en Turquía, todo el sistema de precios controlados puede venirse abajo', advertía un diplomático europeo. Los problemas de suministro de energía son ya endémicos en Turquía tras la Guerra del Golfo, que privó a sus refinerías del crudo iraquí, y el conflicto checheno, que dejó inutilizado el oleoducto que comunica los yacimientos del Caspio con los puertos del mar Negro.

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Desde hace ya varios meses los apagones interrumpen la actividad de las empresas o la vida cotidiana de los ciudadanos. Las empresas suministradoras de electricidad han comenzado a racionar el consumo y cortan la luz durante unas pocas horas, barrio a barrio y por riguroso turno.

Tras la semana negra de la economía turca, la prensa ha emergido con inusual virulencia contra el Gobierno, que ha ofrecido la cabeza de los responsables del Banco Central y del Tesoro como culpables del descalabro económico, mientras se mantienen en su puesto todos los ministros. 'Un equipo viejo promete una nueva política', resumía ayer las críticas el titular de la primera página del Turkish Daily News, cuyo principal editorialista, Ilnur Çevik, se atrevía a augurar: 'Esta situación es una abierta invitación al desorden público y al caos'.

Pero no parece que las protestas se vayan a extender por las calles de Turquía, un país que aún no se ha recuperado del sangriento enfrentamiento social que precedió al último golpe militar, en 1980. Los turcos se han acostumbrado a lidiar con las crisis económicas. Y aunque los sindicatos aseguran ya que una familia no puede vivir por encima del umbral de pobreza con menos de 500 millones de liras al mes (unas 100.000 pesetas), lo cierto es que millones de pensionistas y funcionarios tienen que desenvolverse con menos de una tercera parte de esa suma.

Al final, los turcos vuelven a sus asuntos con resignación mientras siguen afanándose en cualquier negocio que se presente, como el floreciente mercado negro de divisas.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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