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Entrevista:EUSEBIO LEAL | HISTORIADOR DE LA CIUDAD DE LA HABANA

'Es esencial preservar el patrimonio histórico para no perder la identidad'

El historiador Eusebio Leal (La Habana, 1942) se desprende de la visera que le cubre en la fría tarde de Bilbao y se lamenta de que no sea una txapela. El director del Museo de la Habana y, desde hace 20 años, responsable de las inversiones para la restauración del Centro Histórico de la capital cubana, ha hecho una visita relámpago a la capital vizcaína para participar el jueves pasado en el ciclo municipal de conferencias Bilbao y las ciudades del Atlántico. Leal es historiador, académico de la Cubana de la Lengua y catedrático de la Universidad de la Habana, entre casi infinitos cargos en organismos cubanos y extranjeros. Y, sobre todo, una personalidad. En su charla, Leal disertó La restauración del centro histórico de La Habana.

'En La Habana hay más de 250 obras de restauración, en las que trabajan 4.000 hombres y mujeres'

La Unesco declaró a La Habana Vieja Patrimonio Histórico de la Humanidad. El municipio está caracterizado por su importante valor arquitectónico y por las condiciones de hacinamiento de sus 74.000 habitantes. Sin embargo, la mayoría de las edificaciones tiene riesgo de derrumbe. En los últimos años se ha emprendido una labor de recuperación. La antigua Habana intramural contiene cinco plazas, con sus correspondientes construcciones, tan emblemáticas como la Plaza de Armas; la Plaza Vieja; la Plaza de la Catedral; la Plaza de San Francisco y la Plaza del Santo Cristo del Buen Viaje.

Pregunta. La regeneración de Bilbao parece tener poco que ver con la rehabilitación de La Habana Vieja. ¿Qué va a explicar?

Respuesta. Bilbao es una ciudad que ha experimentado un cambio enorme. La regeneración de la Ría me ha impresionado. He venido a Bilbao a explicar las bases sobre las que se realiza el proceso de restauración en Cuba; cómo se ha hecho, qué importancia ha tenido. Hemos tenido un marco de cooperación importante con el colegio de arquitectos vasco navarro y he estado mucho en Pamplona y Vitoria participando en el proyecto Eurocities; a partir de ahí hemos tenido también una visión de la ciudad de La Habana.

P. En La Habana Vieja, se da la circunstancia de que muchos de sus edificios en rehabilitación están habitados.

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R. Sí, claro. Por eso, la restauración de la Habana Vieja es una tarea ardua pero muy importante y sobre todo por eso; porque es de carácter social y comunitario. No es sólo monumental sino que tiene ese contenido, esa dimensión tan relevante. No es únicamente el preciosismo de la restauración monumental, sino también la gente que la habita. Es una restauración que se plantea haciendo participar y enraizar la presencia de una comunidad que habita. Además, la restauración ha tenido un papel movilizador para integrar en el proyecto a la escuela; a la mujer y al niño; a la familia, a los ancianos; y todo a partir de una obra que se inició como un proyecto de rescate patrimonial y que esas condiciones lo convirtieron en un proyecto que obtiene los fondos de su propia labor.

P. A pesar de ello, da la impresión de que muchas edificaciones amenazan con derrumbarse.

R. ¿Desde cuándo no ha estado en La Habana? A partir de 1993 se están restaurando los edificios y en algunos la restauración ya ha terminado. Hay unos plazos que se están cumpliendo. El centro histórico es un área intramural de aproximadamente dos kilómetros cuadrados, en el que viven casi 74.000 personas. En La Habana se está produciendo un trabajo importante en el saneamiento de la vía, en torno a lo que está la ciudad. Hay más de 250 obras de restauración en el centro histórico y en el Malecón, en las que trabajan más de 4.000 hombres y mujeres de la construcción y más de 120 arquitectos. Además, los fondos surgen de la gestión del propio centro histórico, a partir del turismo, y no proceden ni del Estado ni tampoco de la cooperación internacional.

P. ¿Es fundamental la inversión en preservar el patrimonio histórico incluso en una situación de grave crisis económica como la cubana?

R. Es fundamental porque se puede perder la memoria en medio de un mundo de globalización y de homologación; sobre todo en los países más pobres, en los que existe el riesgo tremendo de perder la identidad, de no saber quiénes somos, a dónde vamos y de donde venimos. Yo diría que en ese mundo es esencial luchar por el idioma, el patrimonio histórico, la familia y la justicia social.

P. ¿La belleza de las construcciones es para contemplarla o para habitarla?

R. La función social de los monumentos es ser disfrutados por las personas. Precisamente, la concepción de vida de la sociedad cubana inclina hacia eso y el patrimonio está entre una de las prioridades esenciales porque son los bienes espirituales. Y, entendemos como patrimonio no sólo lo tangible sino también el desarrollo cultural. De cada once cubanos uno es un graduado universitario.

P. ¿Le gustaría que el turismo que visita Cuba lo hiciera para ver su arquitectura, como vienen a Bilbao a ver el Guggenheim?

R. Me parece que esta valoración hace desaparecer la visión a veces simplista y poco objetiva que se tiene de que somos una isla sólo de maracas, de mulatas y de playas. Cuba es un país con una cultura, con una identidad, con un caracter y eso es lo esencial.

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