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Reportaje:INVERSIÓN

La inflación vuelve a ambos lados del Atlántico

Los datos en la semana vuelven a complicar las previsiones. En Estados Unidos, la inflación se ha disparado un 0,6% en enero, para situarse en el 3,7% en tasa interanual, a causa especialmente de los productos energéticos, frente al 3,4% anterior. Los analistas esperaban una subida de sólo el 0,3%, y aunque el frío invierno haya encarecido el precio del gas (17,4%) y la electricidad (2,6%), también la inflación subyacente, que no tiene en cuenta ni la energía ni los alimentos frescos, se elevó casi el doble de lo esperado, hasta el 0,3%.

Menos sorpresa causaba el récord del déficit comercial americano, que alcanzó los 369.700 millones de dólares al final el año 2000, un 39,5% más que el soportado en 1999. En diciembre volvió a mejorar la balanza, sólo un 0,4%, gracias a la desaceleración de las importaciones, por encima de la caída de las exportaciones. Los analistas quieren ver en este hecho -que se repite por tercer mes consecutivo- un indicio de enfriamiento de la actividad. El índice de indicadores básicos, sin embargo, subió a 109,4 puntos en enero, frente a los 108,5 de diciembre, lo que demuestra que los empresarios aguardan una reducción moderada de la actividad, aunque no temen una recesión.

Así que Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal, deberá determinar con precisión cuál es el mayor enemigo que amenaza a la economía estadounidense. ¿Un rebrote inflacionista? ¿Un excesivo enfriamiento? Los expertos apuestan a favor de que el responsable de la política monetaria siga más preocupado por la desaceleración de la actividad que por los precios. Pero tampoco conviene olvidar que los precios industriales, por su parte, también han registrado una elevación del 1,1% en enero, la mayor subida en diez años.

Así que, compatibilizando las dos posibles hipótesis, muchos expertos convienen en afirmar que Greenspan seguirá recortando tipos de interés, pero a un ritmo mucho más suave que el previsto en enero, cuando recortó medio punto en dos ocasiones -desde el 6,50% al 5,50%- el precio oficial del dólar. La próxima reunión del Comité de Mercado Abierto está prevista para el próximo 20 de marzo y pocos consideran que haya novedades antes de esa fecha.

En la eurozona las cosas tampoco están más claras. El IPC alemán se disparó al 0,6% en febrero, según cifras provisionales, lo que supone el 2,6% en tasa interanual, la más elevada desde diciembre de 1994, frente al 2,4% de enero. Y, al igual que en EE UU, el incremento de la energía es el principal responsable del resultado.

Este dato, junto a la recuperación de la confianza empresarial -el índice Ifo se situó en 97,5 puntos en enero, siete décimas por encima de diciembre- lleva a los analistas a no esperar un recorte de los tipos de interés en los Doce, habida cuenta de que Wim Duisenberg, el presidente del Banco Central Europeo, no se ha cansado de decir que la inflación -mantiene el objetivo del 2% para este año- es su mayor preocupación. E incluso en momentos en que el enfriamiento de la actividad llevó a muchos expertos a pedir un abaratamiento del precio del dinero.

Así que habrá que esperar más a que el BCE baje el tipo de referencia del actual 4,75%: tanto en Europa como en EE UU el aumento de los precios del petróleo es uno de los mayores responsables de las tensiones de precios. Y los productores de crudo parecen decididos a recortar su producción el próximo mes para evitar un descenso de las cotizaciones. Así que son de prever nuevas presiones alcistas en los precios.

El Bundesbank, el banco federal alemán, ha señalado que la desaceleración de la actividad en el último trimestre del 2000 fue más drástica que lo esperado, lo que obligaría a revisar a la baja el 3,1% anunciado por el Gobierno. Pero la producción industrial de la eurozona aumentó un 8% en el 2000, un nivel nada despreciable frente a las previsones del 4,6%. Eso no ha servido de mucho al euro, que sigue estancado en torno a 0,91 dólares. Pero aleja las expectativas de recortes de tipos en la eurozona.

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