_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Flores

Llegarán con el mes de las flores, cuando los enamorados, según el Romancero, van a servir al amor. Tendremos elecciones a mediados de mayor, el día 13, en plena primavera. Para algunos un poco antes de tiempo y para otros demasiado tarde. También las estaciones se retrasan a veces o surgen adelantos sorpresivos, porque el tiempo está loco, como para ingresarlo en Mondragón.

Se veía venir. La atmósfera política se había calentado hasta tal punto que el ambiente se hacía irrespirable. La democracia, a veces, se queda sin aliento y hay que insuflarle vida, o sea votos, a través de las urnas. La democracia, dicen, es una flor de tallo delicado que hay que regar con mimo. Las flores y las urnas llegarán de la mano, antes de tiempo, compartiendo las vallas comerciales que el partido de Arzalluz contrató por si acaso antes que nadie. Los rostros maquillados, imposibles, las sonrisas forzadas, los visajes marianos o marcianos de los candidatos se fundirán con los eternos cuerpos que cada primavera nos anuncian su gloria de senos, bíceps, nalgas y ojos azules que nos miran desde las altas vallas exteriores. Un bonito espectáculo que pintaría El Bosco.

Mayo será esta vez y más que nunca nuestro mes de las flores: las que se están echando y las que se echarán los candidatos. Una vez más nuestros políticos demostrarán que el arte del insulto está muy lejos de sus modestas posibilidades y que el defenestrado Alfonso Guerra no llegó a crear escuela. Durante la campaña surgirán como hongos los epígonos de Jesús Gil y Gil, que se recordarán a la familia (sobre todo política) un día sí y el siguiente también. Pero las verdaderas flores venenosas no son las del insulto. Son las flores que ETA lleva 30 años cultivando en su jardín mortal. Flores de dinamita. Flores raras de carne y aluminio como las que soñaba Marinetti. Los fascistas de todas las edades sueñan con transformar los Audis, los Renault, los modestos Ibizas de los guardias y de los concejales en revolucionarias flores de chatarra y de sangre. Frente a ellas, las flores de papel que el día 13 de mayo crecerán en las urnas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_