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A la sombra de su cuñado

Hugh Rodham ha vivido en los últimos años a la sombra de su cuñado Bill Clinton, pero a una prudente distancia física de él, en Miami. Aunque frecuentemente le han acusado de ir tirando del apellido para sus infructuosas andanzas profesionales, no se le había asociado a ningún caso de tráfico de influencias hasta que esta semana salió a la luz que había cobrado 400.000 dólares (unos 72 millones de pesetas) para gestionar dos perdones presidenciales. De hecho, salvo en su pequeño y cerrado círculo, a Rodham sólo se le conoce en esta ciudad por las esporádicas fotos jugando golf con el presidente en el campo del Biltmore, a pocas manzanas de su casa.

El corpulento hermano menor de Hillary nunca ha destacado como abogado, ni cuando era fiscal estatal ni en su bufete privado que se especializa -según indica en la entrada- en 'derecho penal y relaciones con el Gobierno'. Rodham, de 50 años, también ha probado suerte en el mundo de los negocios, las lides políticas e incluso el periodismo, pero en todos se le ha volteado.

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Cuando se postuló como senador en Florida en el año 1994, 'llamaba mucho a la Casa Blanca', recordaba ayer el ex jefe de personal de Clinton Leon Panetta. Consiguió entonces que su cuñado, sin mucho entusiasmo, se acercara a Miami para echarle una mano, pero al final no le sirvió de nada porque perdió estrepitosamente la contienda. De vuelta en la carrera jurídica, intentó unirse al equipo legal en el el histórico juicio contra las tabacaleras, y salió malparado porque carecía de experiencia.

Siempre con el apoyo de su mujer, la cubana María Victoria Arias, se lanzó a una nueva carrera como anfitrión de un programa de radio. Tras esa breve aventura, se trasladó a Washington para abrir un bufete tratando de capitalizar sus vínculos familiares, que nunca llegó a despegar. En su currículum de devaneos profesionales figura también la búsqueda de clientes en Haití poco después de la invasión estadounidense a ese país.

Desde que se ha revelado su papel en el escándalo de los perdones, Rodham se ha recluido en su casa de Coral Gables y ha dejado que otros le defiendan. Su amigo Joe Geller, ex presidente local del Partido Demócrata, ha declarado que es un hombre devoto del 'golf, la familia y la ley'; y su abogada, Nancy Luque, asegura que ha devuelto el dinero de los dos perdones a un narcotraficante y a un hombre de negocios convicto por fraude.

Quienes no han sacado la cara por él son Bill y Hillary, que esta vez han puesto tierra y excusas de por medio asegurando que no tenían ni idea de sus honorarios.

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