Callejero franquista
EL PAÍS se ha hecho eco, al menos en dos ocasiones, de la persistencia de nombres franquistas en el callejero de Santander. No puedo menos que sumarme a la denuncia de una situación que repugna a cualquier demócrata. Nada similar sería imaginable en países vecinos como Portugal, Francia, Italia, Grecia o Alemania, que soportaron dictaduras similares a la de Franco. Pero este hecho no es exclusivo de ciudades o pueblos con alcaldes del PP o de otros partidos conservadores.
A muchas personas nos resulta ofensiva la contumacia del alcalde de A Coruña, destacado dirigente del PSOE que gobierna la ciudad con mayoría absoluta desde hace muchos años, y que se niega a tomar en consideración las iniciativas que se han planteado para eliminar del callejero a siniestros personajes como el Cabo Santiago Gómez, cuyo único mérito conocido es haber bombardeado la sede del Gobierno civil en 1936, pasando por el Sargento Provisional, el Alférez Provisional hasta completar todo el escalafón de los sublevados contra el Gobierno democrático: Teniente General Gómez Zamalloa, General Azcárraga, General Millán Astray, General Mola -que cuenta con avenida y plaza- Almirante Vierna..., etcétera. La relación se completa con alcaldes franquistas sin que falten además los Caídos (en avenida y plaza), Primo de Rivera, Calvo Sotelo, la División Azul, etcétera. Al triunfar la sublevación en 1936, las nuevas autoridades ilegítimas tomaron la decisión de cambiar el callejero urbano. Todavía hoy se mantienen la mayoría de aquellos cambios, y así la calle Primero de Mayo pasó a llamarse del Matadero, o la avenida Francisco Ferrer, General Sanjurjo. Desde entonces, la calle de la Libertad mantiene el nombre de calle de la Disciplina, denominación con la que imagino que el alcalde Francisco Vázquez debe sentirse más a gusto.-
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