Los tumbos del 'giro catalanista'
Una cena del ministro Piqué con el sector nacionalista moderado de Convergència acaba en polémica
El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, encuentra graves problemas para plasmar su giro catalanista. La pasada semana, la imagen de Piqué quedó seriamente deteriorada por sus declaraciones sobre el agravio comparativo que suponía para el resto de España llevar el AVE al aeropuerto de Barcelona. Las críticas le llovieron desde todas las fuerzas políticas catalanas. Se puso incluso en duda el interés de Piqué por intervenir en la política catalana. Anteayer, en ESADE, ante el mundo empresarial catalán, el ministro de Exteriores reiteró la reivindicación del Partido Popular de sumarse al Gobierno de Convergència i Unió. La petición, realizada en diversas ocasiones por el presidente del PP catalán, Alberto Fernández, era renovada de esta forma por Piqué. No tiene nada de extraño que un partido -el popular- que da los votos a otro para que gobierne en solitario pida su parte del pastel. Pero ayer el conseller en cap, Artur Mas, le respondió que 'no entra en los planes de CiU; no tienen cabida en el Gobierno'. Los diputados del PP han hecho a Jordi Pujol presidente de la Generalitat; han ayudado a salvar de la reprobación parlamentaria a varios de sus consejeros. Pero desde CiU parecen dispuestos a no demostrar el más mínimo detalle de ternura para con los populares, más allá del pragmático interés por los votos contantes y sonantes. Y es que el PP encuentra problemas para ubicarse en el campo catalanista, lo que haría más soportable la relación para CiU .
Lo que mal comienza parece condenado a acabar mal. Y el giro catalanista del Partido Popular va dando tumbos desde que vio la luz en septiembre, pocos días antes de que el Consejo de Ministros decidiera que era superfluo que las matrículas de los coches españoles llevaran el distintitivo autonómico. El giro catalanista nació pues con mala salud, y el día a día no parece dar la razón a quienes confiaban en las dotes de taumaturgo del ministro de Asuntos Exteriores.
Uno de los tropiezos más serios del giro catalanista se registró sorprendentemente en la cena que el pasado jueves celebró Piqué con los miembros de la Fundación Barcelona, que agrupa al sector nacionalista moderado de Convergència, aquellos a quienes los soberanistas del partido agrupan bajo el genérico de roquistas. Entre ellos se encuentran Maria Eugènia Cuenca, Josep Maria Via, Joan Puigdollers, o Antoni Gelonch. La fundación, que se ha expresado crítica con manifestaciones como la Declaración de Barcelona -que agrupa a PNV, BNG y CiU-, era a priori el foro convergente en el Piqué podía tener una acogida más cálida. Sin embargo, el ambiente empezó a enrarecerse cuando salió a debate el trazado del AVE y su paso por el aeropuerto de Barcelona. Pero el punto álgido se alcanzó a propósito del pacto antiterrorista PP-PSOE y la necesidad de incluir en el diálogo al PNV -'en el que no todas las sensibilidades son iguales', aseguraba un comensal- . Piqué fue muy contundente para un foro que ha visto pasar a Jaime Mayor Oreja y que se sorprendió de la extrema dureza del ministro de Exteriores.
Algunos de los asistentes al encuentro opinan que Piqué actuó más como ministro del Ejecutivo español que como ciudadano con aspiraciones a la Generalitat. Para el entorno del ministro la cena fue bien. Pero tuvo un final que hizo necesaria que luego se desplegara la diplomacia.
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