París reúne 336 obras 'específicamente' eróticas de Picasso
El Jeu de Paume prepara también la primera antológica de Chillida en Francia
No es ningún secreto que la vida de Picasso estuvo marcada por un fuerte impulso sexual. 'Todo el mundo dice que Picasso es un pintor erótico, pero nadie había dedicado una exposición a este tema', afirma Gérard Régnier, director del Museo Picasso de París y comisario de la muestra. Los organizadores presentan este trabajo como un rescate para el gran público de obras 'específicamente eróticas' que habían quedado veladas en el secreto de colecciones privadas y otros lugares a los que el acceso es muy restringido, por más que algunas procedan de museos permanentes.
De las épocas de Barcelona y Madrid, a caballo entre dos siglos, las correrías del joven Picasso por cafés y burdeles inspiran un abundante número de dibujos y acuarelas, entre los que se incluye el entierro de su amigo Casagemas, que muestra el ascenso a los cielos de un alma rodeada de prostitutas. Con los bocetos para Las señoritas de Aviñón (1906-1907) -el cuadro que el pintor pensó llamar 'el burdel filosófico'- Picasso se aleja de las evocaciones realistas de sus dibujos anteriores.
Vienen después los desnudos de la época cubista, menos explícitos que los de otras etapas aunque, tal vez, de mayor interés para especialistas. De los años veinte y treinta, la muestra incluye múltiples obras sobre raptos y violaciones; aparecen ahí los Minotauros, que en unas escenas atacan a las mujeres y en otras comparten bacanales con ellas.Hacia los últimos años de su vida, la obra erótica de Picasso cambia de estilo. En 1968 emergen las deliciosas 68 placas en cobre sobre el tema de La Celestina y los 24 aguafuertes en cobre de la serie Rafael y la Fornarina, en los que Picasso cuenta las efusiones entre el pintor y su modelo y saca a escena, a título de mirones, a dos personajes diferentes: un Papa, el hombre que encarna la moral católica (se supone que Julio II), que se hace traer un sillón para contemplar a gusto a los amantes, y Miguel Ángel, que se oculta debajo de la cama. El humor exhibicionista acompaña el declive físico de Picasso, como lo muestra la serie Degas entre las niñas (1970-1971).
'Es un Picasso íntimo, muy alejado del ogro monstruoso, devorador y caníbal que ha pintado cierta prensa', asegura Régnier, quien argumenta que, 'en cierto sentido, la obra de Picasso es toda erótica: desde los primeros dibujos, que traicionan un interés precoz por la mujer, hasta los últimos, pocos días antes de su muerte'. Pero el objetivo de la muestra parisiense ha sido desvelar, principalmente, obras más específica o directamente eróticas. Régnier dice haber encontrado apenas un antecedente en Zaragoza del tema al que está dedicada la de París.
Al comisario de la muestra se le escapa también un comentario orgulloso, típico de la cultura francesa: el convencimiento de que una exposición como Picasso erótico no podría exhibirse hoy en unos Estados Unidos dominados por lo 'política y moralmente correcto', que ejerce sobre el mundo del arte 'una suerte de terrorismo'. El Museo Picasso de Barcelona es una de las entidades que han colaborado en la organización de la muestra.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.