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El secretario del Tesoro de EE UU intenta vencer los recelos europeos sobre su nombramiento

El nuevo secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill, aprovechó su visita de este fin de semana a Palermo para intentar acabar con los recelos que su nombramiento ha despertado en Europa. Cumplió el objetivo a medias. Sus interlocutores europeos le dedicaron corteses palabras, que parecían más cercanas al cumplido que al entusiasmo. La visita de O'Neill con motivo de la reunión del G-7 en la ciudad italiana no ha acabado de despejar el temor a que las relaciones de colaboración en materia de política económica puedan sufrir cierto deterioro.

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En líneas generales, la UE temía la llegada de George Bush a la Casa Blanca. Pero ese temor se centraba más en la política exterior que en la economía, e incluso preferían a Bush en materia comercial por entender que su carácter más librecambista reducirá el riesgo de guerras comerciales.

Pero el nombramiento de Paul O'Neill ha extendido los temores al ámbito de la política económica. Con una carrera consagrada a la empresa privada, O'Neill ha puesto en cuestión la utilidad de la cooperación entre bloques, las reuniones internacionales como las del Grupo de los Siete -que integra a Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido-, la eficacia de las intervenciones públicas en los mercados de cambio o la estructura del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.

Su paso por Palermo este fin de semana, en la primera reunión de los ministros de Finanzas del G-7 desde su llegada al Departamento del Tesoro, ha provocado buenas palabras por los dos lados, pero no parece haber despejado todas las dudas europeas. 'Es un hombre que tiene una visión muy pragmática de la economía porque viene de la empresa privada, y en ese mundo las decisiones se toman sobre todo teniendo en cuenta los resultados que se van a obtener', opinaba tras la reunión del G-7 el comisario europeo de Asuntos Monetarios, Pedro Solbes.

O'Neill no se reunió en Palermo con la troika del euro -los representantes del Consejo, la Comisión y el Banco Central Europeo-, pero Solbes tuvo ocasión de conocerle en el corto plano porque se sentó junto a él en la cena de los ministros el sábado. 'Es un hombre prudente', admitió el también prudente comisario.

'Es muy simpático, un pragmático', le definió el ministro italiano de Finanzas y anfitrión de la cumbre, Vincenzo Visco. 'Su antecesor, Larry Summers, era un profesor, y O'Neill es un hombre de negocios', añadió. Tras conocer a su colega norteamericano, el ministro francés, Laurent Fabius, no se declaró más tranquilo 'porque no estaba inquieto'. 'Pero siempre es bueno conocer a la gente personalmente', afirmó entre irónico y también prudente.

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Wim Duisenberg, se refugió en su particular sentido del humor y afirmó no haber analizado la personalidad de O'Neill 'porque no soy un psicólogo'. 'Pero creo que podremos seguir trabajando juntos con el mismo espíritu de colaboración de siempre', añadió.

Paul O'Neill intentó en Palermo desbaratar el estereotipo que de él se han formado ya los medios europeos: un pragmático decidido a moverse exclusivamente a partir de los intereses norteamericanos y poco amigo de alcanzar pactos políticos que no vayan en línea con el mercado. Pese a sus palabras oficiales, las dudas se mantienen en Europa.

Falta de rodaje

Su rueda de prensa tras la reunión del G-7 puso en evidencia que aún le falta rodaje político. Todavía tímido ante los medios, se refugió en los textos a la hora de abordar los temas más delicados. Prefirió repartir una declaración escrita y contestar preguntas en lugar de improvisar sus conclusiones sobre la reunión. E incluso en la declaración escrita se remitió al texto pactado con el resto de países al opinar sobre el problema de los tipos de cambio. Sólo se permitió una nota de color: asegurar que si decide cambiar la política del dólar fuerte se irá al Yankee Stadium a anunciarlo.

Fue su manera de desmentir lo que él mismo había declarado dos días antes al diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung. 'En contra de lo que se dice muy a menudo, nosotros no hacemos una política de dólar fuerte. A mi juicio, un dólar fuerte es la consecuencia de una economía fuerte', había dicho entonces.

Paul O'Neill, en el centro, junto al británico Gordon Brown, a su derecha, y al italiano Vicenzo Visco.
Paul O'Neill, en el centro, junto al británico Gordon Brown, a su derecha, y al italiano Vicenzo Visco.AP

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