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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Euskadi del gran poder

En realidad, no sé por qué me alarmó conocerlo. En el pequeño municipio guipuzcoano donde ejerzo como concejala, algunos trabajadores municipales habían sido vistos dentro del horario laboral -y con herramienta pública- trabajando en la sede local del Partido Nacionalista Vasco.

No debió alarmarme. Al fin y al cabo, aquello no era más que una metáfora de la gran y descarada pleitesía que rendimos al PNV desde hace más de 20 años en la Comunidad Autónoma Vasca. Hemos labrado de consentimientos al PNV las piedras de nuestras instituciones.

Hablemos, sin embargo, de los tiempos recientes. Todos los vascos hemos financiado Udalbiltza, club privado de PNV, EA y HB para la construcción de un Estado nacionalista vasco con cientos de millones de fondos públicos. Da gloria leer algunos de los planes de Udalbiltza, directamente llegados desde las cocinas del MLNV.

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Estos días, el lehendakari Ibarretxe realiza, de facto, una campaña electoral avant la lettre, pero en toda regla, con fondos públicos. Inserta sus mensajes pagados en la prensa regional cada día, a todo lujo y a cuenta del Gobierno. Tiene, además, su publirreportaje diario en la radio y televisión públicas vascas. Curiosamente, los mensajes cifrados y pagados no tienen nada que ver con los planes de Udalbiltza y glosan el pluralismo de los vascos. Y es que la política cotidiana del PNV llena de humo y despiste el tablero político. De hecho, alimenta el ejercicio del análisis político fino de tal forma que no sería de extrañar el nacimiento oficial de una especie de escuela rabínica de interpretación de los signos y designios de sus líderes.

¿Y las agendas de Ajuria Enea y Sabin Etxea? Nadie señala los planes conjuntos Gobierno-partido para que los amigos políticos vengan a sacarse fotos, a recibir trofeos y a disfrutar de la encantadora cocina vasca. Ibarretxe regaló recientemente a Cossiga el título de 'amigo de los vascos', antes o después -desconozco el dato, por otra parte irrelevante- de que el PNV lo galardonase con el Premio Sabino Arana.

Pujol ha sido recibido aún más recientemente en un viaje que no sé si calificar como institucional o de partido, pues constaba de recepción en Ajuria Enea, pero con Arzalluz en el jardín, según observé en un espacio de variedades de la cadena autonómica vasca, y con el emotivo regalo al Gobierno catalán de una serie de fondos del archivo de la Fundación Sabino Arana. La citada fundación del PNV guarda los fondos de archivo de aquel Gobierno vasco del 36, y los presta, devuelve o regala cuando conviene al partido, partido en el Gobierno, partido que gobierna el Gobierno... Percibo, como en un juego de cajas chinas, que los espacios partidarios se han infiltrado hasta el tuétano del patrimonio público, de la vida institucional.

La confusión canalla entre el ámbito público y el del partido resultaría insoportable fuera de un ámbito territorial y humano degradados por el terror y la coacción autoritarios. Y es que en un territorio donde muchos ciudadanos permanecieron ciegos ante cientos de asesinatos ajenos -los que casi siempre se enterraban fuera-, ¿por qué debían advertir miserias institucionales cotidianas? Y hoy, en una situación de persecución y asesinato de quienes reclaman libertades públicas y una democracia plena, ¿cómo mirar y ver miserias institucionales cotidianas? Pasan inadvertidas.

Posdata: en el mundo al revés que hoy conforma esta hermosa tierra de los vascos, algunos ertzainas quitan en un popular barrio donostiarra, de madrugada, los carteles que los conspiradores contra la democracia colocan a las ocho de la tarde de forma pública y notoria. Lo hacen buscando la complicidad de los pocos paisanos que cruzan las calles a esas horas antes de salir del coche patrulla, para no provocar, casi clandestinos. Conforman otra metáfora de la gran y oculta pleitesía que el Partido Nacionalista Vasco y sus gobiernos han rendido en estos veinte años a la ETA del gran poder, por ver si, sin provocar, con cariño paternal, se acogieran en nuestro seno democrático. Así nos va.-

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