_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dos fotos

Me obligo a mirar la foto en la primera página de este periódico: cuatro muertos en una playa de Cádiz. Encontraron a diez ahogados en Tarifa, y podría haber veinte muertos más, desaparecidos. Y el mismo día, el lunes, la Guardia Civil rescató a 27 navegantes, a la deriva en aguas de Almería, que pidieron socorro a los guardias con un teléfono móvil. Éste es nuestro mundo: el teléfono móvil y estos muertos y náufragos; la laboriosa prosperidad de los invernaderos de El Ejido y la miseria laboriosa de los trabajadores de los invernaderos.

Josep Ramoneda reflexionaba ayer en este periódico sobre la inmigración y la doble moral de los ciudadanos: a pocos indigna que miles de personas trabajen sin derechos, pero muchos sienten piedad cuando los inmigrantes se encierran en huelga de hambre (o cuando mueren en la costa). Pero no siempre sentimos compasión: recuerdo el encierro de africanos en la iglesia de San José, en la calle de Sor Policarpa, en Almería otra vez. Entonces los vecinos sintieron compasión, pero de sí mismos. No soportaban la suciedad y el mal olor de aquella gente encerrada en julio, y se indignaron contra el párroco, que pedía caridad a sus feligreses.

En el otro extremo de Andalucía, en Lepe, Huelva (Andalucía es tan grande que casi no existe), se encierran los ecuatorianos en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán (este acogerse a las iglesias y los santos es un síntoma de indefensión ciudadana, de desamparo anacrónico ante un poder humano y monstruoso), y, lejos de Huelva, en Cádiz, Sevilla y Granada, 200 personas ayunan 25 horas en religiosa solidaridad con los extranjeros amenazados de expulsión. La Asociación Pro Derechos Humanos solicita entonces la legalización extraordinaria de la estancia aquí de los extranjeros sin papeles. ¿Pide algo extremo? La derecha catalana, CiU, ha pedido en el Congreso permisos de residencia temporales para los extranjeros con ofertas de trabajo. CiU alega la propia Ley de Extranjería, que prevé permisos por razones humanitarias y para aquellos casos en que se acredite situación de arraigo: los empresarios de la fresa dicen tener trabajo para los ecuatorianos de Lepe.

Hay también una estética del dolor de los inmigrantes: el premio Photo Press 2001, prestigiosísimo, ha recaído en Amsterdam en la foto Los americanos abandonados: la familia Sánchez en su casa, de Lara Jo Regan, vencedora sobre 42.321 fotos de 122 países: se trata de una escena interior, muy medida la luz, bien distribuidas las figuras, y podría ser un cuarto de una casa de aquí, si no supiéramos que los fotografiados son inmigrantes ilegales en Tejas, Estados Unidos. Quizá esta foto pertenezca a la industria de la nostalgia: en esta foto nos vemos a nosotros, andaluces, pero hace algunos años, parias en nuestra propia tierra. Las viviendas de los nuevos parias de El Ejido son, hoy, mucho más brutales que la habitación de la foto: como tantas de aquí hace algunos años más. Aquí pocos se escandalizan de que los inmigrantes trabajen sin derechos, porque aquí muchos trabajan sin seguro, o muchas más horas de las que tienen contratadas, y jugando siempre con el despido, fingido o verdadero, y el cobro del paro.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_