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Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
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La carrera científica: una propuesta

Andreu Mas-Colell

E uropa planteará pronto un gran reto a nuestra estructura científica: la del espacio europeo de investigación. Es un reto que no podremos afrontar con éxito si, por así decirlo, no ponemos nuestra casa en orden, y si no remediamos algunas de sus insuficiencias más notorias.

Entre estas insuficiencias destaca la ausencia de un modelo claro de carrera científica. En este artículo quisiera proponer una vía de solución a este problema a partir de un mecanismo de cooperación entre las comunidades autónomas (aunque yo sólo puedo hablar por la Generalitat de Cataluña), las universidades y el Gobierno del Estado.

La configuración actual de la carrera científica es inadecuada a las exigencias de un sistema moderno de investigación. Lo es por razones estructurales y coyunturales. Las primeras se derivarían de la conformación de esta carrera a partir de plazas funcionariales de la administración pública. Las coyunturales se referirían a los efectos del descenso demográfico de la población universitaria que, por la relación de hecho entre plazas investigadoras y plazas universitarias, está causando un estrechamiento agudo en las perspectivas de trabajo indefinido de nuestros investigadores jóvenes. Los efectos de esta situación transitoria pueden ser devastadores. Los maestros de la ciencia del mañana son los jóvenes de hoy, y ya se sabe que un joven con talento puede ser, aparte de científico, muchas otras cosas. El peligro de perder para la ciencia a los jóvenes de hoy es muy real.

Un buen sistema de investigación tiene que ofrecer a su personal investigador la posibilidad de contratación continuada. Dicho de otra manera, un investigador nunca debiera encontrarse en la situación de que la continuación de su carrera dependiera exclusivamente de la disponibilidad de una plaza. En el modelo al que convendría tender, un investigador joven poseedor de un doctorado iniciaría su carrera investigadora con un contrato a plazo fijo (digamos de cinco años), al final del cual se evaluaría lo realizado y el potencial futuro. Suponiendo que esta evaluación fuera satisfactoria, al científico se le ofrecería la posibilidad de continuación de su contrato, ya de manera indefinida.

La propuesta concreta de un Programa de Contratación Continuada constaría de tres componentes:

Primero: El acceso al Programa se haría a través de un contrato inicial de cinco años que correría a cargo del Gobierno del Estado, el cual garantizaría los fondos y la seguridad jurídica del mismo. Sería altamente positivo que la inminente convocatoria de un nuevo tipo de contratos postdoctorales por parte del Ministerio de Ciencia y Tecnología constituyera ya una buena aproximación a este tipo de contrato.

Segundo: El gobierno autónomo correspondiente -en mi caso la Generalitat de Cataluña- se comprometería a proporcionar un contrato indefinido a los investigadores jóvenes de su territorio que, dentro del Programa, se encontraran al final del período inicial de cinco años. Por supuesto, este contrato estaría condicionado a una evaluación, que efectuaría la comunidad autónoma y que -para ser específicos- podríamos llamar habilitación.

Y tercero: Las propias universidades deberían jugar un papel esencial en este mecanismo. Convendría que los científicos habilitados, en su gran mayoría, se incorporasen a las universidades como docentes e investigadores. Tal cosa sería beneficiosa para los científicos y para las universidades, así como también para la economía general del país. Por lo tanto, los contratos indefinidos a los que nos hemos referido deberían ser adoptados, y también cofinanciados, por las universidades, ya que al fin y al cabo se trataría de reforzar sus contingentes docentes e investigadores.

Evidentemente, el esquema propuesto debe ser estudiado con más detalle. Pero nos parece un planteamiento factible, que es simple y que abre una vía satisfactoria de contrato continuado alejado de los dos extremos: el Escila del contrato de funcionario y el Caribdis del contrato precario.

Aunque lo anterior pudiese aportar la solución a uno de los problemas de nuestro sistema de investigación, la propuesta no los resuelve todos. En particular, no incide en otro de los aspectos insatisfactorios del proceso de la constitución de nuestros contingentes científicos. Me refiero a la movilidad: la necesidad de estimular la formación más allá de nuestras fronteras (y, en consecuencia, de dejar abiertas las vías de retorno) y de promocionar la incorporación de científicos que no se han formado en casa. Es un tema que también se tendrá que abordar, pero baste por ahora observar que el esquema propuesto en este artículo se dirige a otro problema pero es neutral con respecto a la movilidad.

Andreu Mas-Colell es consejero de Universidades, Investigación y Sociedad de la Información de la Generalitat de Cataluña

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