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Reportaje:

Otras fronteras

Un senegalés casado con una francesa se topa en Cádiz con trabas policiales para estudiar con una beca de la UE

Alioune Badara Seck (Senegal, 27 años) no es un inmigrante sin papeles, aunque se ha sentido como uno de ellos desde que llegó a España. Pese a contar con todos los permisos necesarios, su vida en las últimas semanas ha sido una carrera interminable de obstáculos burocráticos y policiales. Alioune tiene claro cuales han sido sus dos 'pecados': no es un inmigrante tipo porque estudia y, sobre todo, su color de piel. 'Soy negro', espeta con cierto grado de amargura al relatar todos los avatares que ha sobrellevado 'con resignación'.

La historia de Alioune era, hasta su estancia en Cádiz, la de cualquier estudiante con ganas de aprender, conocer mundo y perfeccionar los cuatro idiomas que habla. En la capital gaditana comenzaron sus problemas con la Administración y con la policía. Este senegalés, casado con una francesa, fue considerado, hace unos meses, ciudadano comunitario por la Unión Europea cuando obtuvo una beca del programa Sócrates. Su destino fue la Universidad de Cádiz. Procedía de la Universidad Denis Diderot (París), donde cursaba el segundo ciclo de la Licenciatura de Lenguas Extranjeras aplicadas al Derecho Internacional. Sus problemas comenzaron en una sucursal bancaria, donde se negaron a abrirle una cuenta corriente por carecer de un número de identificación de inmigrante. Las explicaciones que ofreció sobre su situación personal no le sirvieron de nada en el banco. Tampoco le ayudaron ante la policía, a la que fue a solicitar ayuda.

Alioune cuenta con el pasaporte de Senegal en regla, un visado de su país para estudiar en Francia, la tarjeta de residencia permanente en este país por estar casado con una francesa, el resguardo de la solicitud de esta nacionalidad, los carnés de las universidades de París y de Cádiz y la beca, concedida como ciudadano comunitario. Todos estos documentos no fueron suficientes para la policía gaditana, que le reclamó, además, un visado de un consulado español en Francia para residir temporalmente en España.

Los intentos de Alioune para que le considerasen ciudadano comunitario, al igual que en Francia, no surtieron efecto. 'No entiendo cómo no se ha respetado la norma de la UE que establece la libre circulación de ciudadanos y trabajadores comunitarios ', defendió sin éxito este estudiante quien, pese a solicitar ayuda a la UCA, se vio obligado a viajar a Marsella donde consiguió, tras dos meses de estancia en esta ciudad, un visado C, de turista, que le permite estar en Cádiz tres meses. Este periodo expira el 19 de febrero, fecha en la que deberá volver a Francia a renovar el visado. 'Ya he perdido dos meses de estudio. No puedo irme si quiero terminar mis estudios', suplica este estudiante quien, tras pertenecer a organizaciones estudiantes en Dakar y París, no deja de preguntarse por qué no es tratado igual que sus compañeros alemanes, austríacos o franceses. 'Deseo que nadie sufra mi mismo caso', explica.

La versión del Jefe de Extranjería de la policía en Cádiz no varía de la de Alioune. 'La ley es igual para todos y obliga a esta persona a tener un visado desde Francia, mientras no obtenga la nacionalidad francesa de manera definitiva', explica. Ante la 'casi indefinición legal' de este caso, confirmó que Alioune obtendrá, 'seguramente por su singularidad', una exención de visado.

Esta experiencia ha afianzado en Alioune la meta que se ha marcado. 'Quiero ser político en mi país para persuadir a los senegaleses de que aquí no hay ningún El Dorado y que harán los mismos trabajos que allí', concluyó.

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