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El Gobierno filipino jura su cargo con numerosos militares en sus filas

Ramón Lobo

El Gobierno de Filipinas juró ayer sus cargos sin que la presidenta Gloria Macapagal Arroyo haya decidido quiénes ocuparán dos de los puestos relevantes: vicepresidente y ministro de Exteriores. Mientras, el sector financiero que apoyó la caída de Joseph Erap Estrada y un sector de la sociedad civil -intelectuales y artistas ante todo-, han mostrado su decepción por los nombres que componen el Gabinete, pues los consideran canonjías políticas de los apoyos recibidos durante la revuelta popular del día 20 de enero. Entre los asesores elegidos hay una pléyade de generales, lo que consideran otro mal síntoma.

El grupo Pagbabafo, compuesto por artistas, intelectuales, políticos varios, hombres de negocio y miembros de la llamada sociedad civil filipina, aseguran que por ahora no se ve por ningún lado 'la savia joven' que Macapagal Arroyo prometió durante su jura popular el pasado sábado. 'Sólo vemos políticos por todos los lados', se queja Lori Tan, propietaria de una librería y miembro destacado de Pagbabafo.

Tampoco existe fervor entusiasta en el barrio de Makati, donde se asienta el distrito financiero de Manila y en el que crecen los rascacielos como hongos de cristal. 'Ella debería pagar sus deudas con el pueblo', dice Guillermo Luz, del Club de Negocios de Makati, que agrupa a lo más florido del capitalismo local. 'Los nombramientos han sido concesiones a aquellos que la apoyaron ; las designaciones no se basan en la capacidad de los elegidos', añade Luz.

'Buena gente'

Entre los que han despertado más ampollas están los generales, ya retirados, fieles al ex presidente Fidel Ramos, también general, que han copado los puestos clave entre los asesores presidenciales, como Renato de Villa, que ejerce un papel de primer ministro. Ramos salió ayer en defensa de la presidenta y de sus aliados. 'Si usted ve en ellos una extensión de mi influencia está sacando las cosas de quicio', respondió al periódico local Inquirer. 'Es buena gente, que ha arriesgado sus vidas por el país'.

La presidenta, Gloria Macapagal Arroyo, por su parte, no comparte las críticas y juzga a su equipo de Gobierno de capaz y compacto, pese a la diversidad de talantes y lo que en España se llaman 'sensibilidades políticas'. Una prueba de esa variedad son algunos de los últimos nombramientos, entre los que destacan dos ministros de Estrada, a los que la presidenta ha pedido que se mantengan en sus puestos en Comercio (Manuel Roxas) y Ciencia y Tecnología (Filemón Uriarte). Macapagal Arroyo defendió especialmente la elección del musulmán Simeón Datumanong, para la cartera de Obras Públicas, y la de Pantaleón Álvarez, en Comunicación, otro político desconocido procedente de la isla de Mindanao. 'Creo que las críticas se deben a que algunos representan caras nuevas y son poco conocidos en los círculos financieros', dijo tras pedir tiempo de gracia para juzgar la labor del Ejecutivo. Una encuesta telefónica publicada ayer por Inquirer demuestra que el 46% de los encuestados apoya la lista del Gobierno, un 24% la rechaza y un 22% admite que podrían haber sido mejor.

La primera orden administrativa firmada ayer por Macapagal Arroyo prohíbe cualquier trato entre los ministros y las empresas que pudieran poseer sus familiares; esta orden se extiende también al marido de la presidenta, José Miguel Arroyo, cuyos familiares están incluidos en la prohibición. Esta medida es la primera de una serie que ya ha anunciado Macapagal Arroyo destinadas a moralizar la vida pública y crear un código ético del buen Gobierno. Su padre, Diosdado Macapagal, presidente en los primeros años de la década de los sesenta, es recordado hoy en Filipinas por su fama de incorruptible.

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