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'Hay días en que el olor no te deja salir a la calle'

Los vecinos de las urbanizaciones de Rivas conviven a diario con los olores que provienen de la incineradora de Valdemingómez. Llevan soportándolos desde que la planta entró en funcionamiento en diciembre de 1995. 'Es un olor pastoso, como a medicinas, y parece que se mastica. Hay días en que el olor no te deja salir a la calle. Cuando estás en casa no lo notas, pero fuera te dan náuseas', explica Carlos, un vecino de Rivas. A Mario, otro residente en la localidad, no le ha sorprendido el cierre cautelar del horno de la incineradora decretado por la Comunidad tras detectar un exceso en la emisión de dioxinas que sobrepasa los límites de emisiones permitidos. 'Eso es normal. Aquí todo el mundo hace lo que le da la gana. Los olores se perciben desde el barrio de Santa Eugenia, pero aquí sólo salta la alarma cuando surgen las enfermedades'.

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Esther, después de cinco años observando cada día desde su casa las chimeneas de la incineradora, se lo toma con resignación. 'Lo que siento es tenerla aquí. Yo no quiero la incineradora, pero tampoco tengo la solución a los residuos. Digamos que lo admito porque no tengo más remedio'.

Javier, en cambio, querría retomar las movilizaciones vecinales que intentaron que no se construyera. 'Los temores que anunciábamos antes de su construcción se han cumplido. Los controles han fallado y alguien tiene que hacer algo o vamos a caer como chinches'.

Los temores de los residentes en la zona son compartidos por la Federación Regional de Asociaciones de Vecinors (FRAV), que exigió ayer que se revisen las otras dos líneas de Valdemingómez y pidió un estudio epidemiológico de la población.

En opinión de la FRAV, lo ocurrido en Valdemingómez permite 'poner de relieve las irregularidades que tiene esta central y el peligro para los vecinos', riesgos que se han descartado desde las administraciones municipal y autónoma.

Según esta federación, las denuncias vecinales han sido 'acalladas' por el Ayuntamiento, que 'con mediciones presuntamente correctas quería demostrar que los niveles de emisiones tóxicas estaban en los límites permitidos'.

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