Mandelson admite que engañó en un caso de corrupción y deja el Gobierno británico
La dimisión de Mandelson, inesperada hasta media mañana de ayer, se produjo tras una prolongada comparecencia en Downing Street para explicar al primer ministro 'los hechos' en torno al llamado escándalo de una donación a cambio de un pasaporte británico. 'No acepto de ninguna forma haber actuado indebidamente, pero acepto', dijo en su carta de dimisión, 'mi responsabilidad respecto a la información errónea' que sobre el caso se ha ofrecido a la Cámara de los Comunes y a la prensa. Su sustituto al frente de los asuntos en Irlanda del Norte será John Reid, un católico de 53 años, hasta ayer ministro para Escocia y considerado como una figura emergente dentro del laborismo británico.
Economía con la verdad o presunto fallo de memoria precipitó la caída, la segunda en algo más de dos años, del hasta ayer ministro de Irlanda del Norte, el político más próximo a Blair y principal arquitecto del proyecto neolaborista, además de favorable al euro. Desde el fin de semana, cuando trascendió la presunta relación entre el millón de libras (275 millones de pesetas) donado en 1998 al Domo por la Fundación Hinduja y el éxito de la solicitud de nacionalización de su presidente, el magnate indio Srichand Hindujo, Mandelson intentó sin éxito distanciarse de la polémica.
En primera instancia, definió de 'limitada, a través de mi secretaría privada', su intervención en la solicitud de Hinduja y, ante el acoso de la oposición y medios de comunicación, reconoció el martes que había consultado personalmente el caso con el entonces responsable de inmigración. 'Debería haber aclarado que fui yo personalmente quien habló con el Home Office', dijo ayer respecto a una llamada que efectuó en junio de 1998, cuando tenía el cargo de ministro sin cartera responsable de la puesta en marcha del Domo del Milenio.
Un sombrío Blair describió de 'trágicos' los acontecimientos de los últimos días, que han puesto de relieve, afirmó en los Comunes, que Mandelson 'engañó' y debe, por tanto, dimitir. El primer ministro no ve signos de corrupción en la intromisión de Mandelson en un asunto de inmigración que excedía a sus competencias ministeriales, pero reconoce el 'error' de su viejo amigo al intentar ocultar la verdad absoluta de los hechos. 'Siempre dije que si alguna persona actúa mal, será penalizado. Él ha pagado su castigo', señaló.
Es la segunda vez que Blair debe 'castigar' a su más estrecho aliado en el proyecto neolaborista. En diciembre de 1998, Mandelson no pudo recordar si había informado a su banco del préstamo de algo más de 90 millones de pesetas que obtuvo del simpatizante laborista y posterior tesorero del Estado, Geoffrey Robinson. Su falta de memoria y parquedad en divulgar los detalles del préstamo le obligaron a salir, ese mismo mes, de un Gobierno que él mismo contribuyó a llevar al poder.
La rehabilitación de Mandelson fue fulminante y, diez meses después, dirigía la cartera de Irlanda del Norte y estrechaba una vez más la relación con el número 10 de Downing Street. Pero ante su nuevo traspiés, el primer ministro tuvo ayer que defender el prematuro regreso de Mandelson al centro de la vida política. 'Debe sentirse muy orgulloso de su contribución mientras formaba parte del Gobierno', señaló. Y en un tributo caluroso a la labor ministerial desempeñada por su controvertido colega y, en especial, en su cargo en Irlanda del Norte, añadió: 'El proceso de paz no se hubiera sostenido tan bien sin su dedicación'.
Además de la cartera ministerial, Mandelson pierde las riendas de la campaña electoral que preparaba ya ante una convocatoria que se espera para principios del mes de mayo. Así lo insinúa en su carta de dimisión al señalar que, escribe, 'quiero llevar una vida normal, tanto dentro como fuera de la política'. Curiosamente, el ministro dimitido justifica su decisión en un segundo factor: la presión y acoso de sectores de su partido, de la oposición y de los medios de comunicación durante los últimos cinco años.
En algunos sectores se tiene a Mandelson, de 47 años, como un político arrogante que divide más que une a los miembros de la familia laborista. ' Quiero, en otras palabras, llevar una vida normal', señala en su nota de dimisión.
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