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Columna
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Realidades y deseos

Doña Consuelo Ciscar ha publicado un escrito, en este mismo diario, defendiendo su labor al frente de la dirección general de Promoción Cultural y Patrimonio Artístico. Naturalmente, en este escrito la señora Ciscar realiza una encendida defensa de la política cultural de su partido, el Partido Popular. A mí me parece magnífico que un político tome la pluma y escriba -o se haga escribir, que tanto da al efecto- en defensa de su trabajo. Veo en ello un signo de apasionamiento, muy humano, y esto me agrada pues es algo bastante inusual entre nuestros gobernantes que siempre parecen guardar distancias respecto a los ciudadanos (salvo que se encuentren en campaña electoral, claro está).

Sostiene en su artículo la señora Ciscar algunas afirmaciones que uno no dudaría en suscribir. Estoy totalmente de acuerdo en que la promoción que se ha hecho de los artistas valencianos durante estos últimos años ha sido importante. En todo caso, no admite comparación con la de épocas pasadas. Otras aseveraciones resultarían sin duda más discutibles. Por ejemplo, las que hacen referencia a las inversiones que se realizan en cultura. Quienes alguna vez hemos escrito mostrándonos contrarios a estas inversiones, no nos hemos quejado de la magnitud de su cuantía: el dinero que se gasta en cultura aún resulta escaso, por lo que toda peseta es bienvenida. Sí que hemos lamentado, sin embargo, el derroche que comportan determinados espectáculos de los que apenas queda poso a su terminación y que sólo procuran un beneficio a la imagen del Gobierno valenciano. Me parece que son cosas distintas que no deberían confundirse.

Hace la señora Ciscar una inflamada defensa de la descentralización cultural que ha desarrollado su departamento y cita como ejemplos los museos de Bellas Artes de Castellón, Valencia y Alicante. No me cabe duda de que el museo de Bellas Artes de Alicante resultará extraordinario y contribuirá a que los alicantinos veamos algunas de esas magníficas exposiciones que se programan desde hace tanto tiempo en la ciudad de Valencia. Pero eso está por llegar. Antes será preciso que Alicante tenga un museo de Bellas Artes. Cuando tal acontecimiento se produzca y su línea expositiva lo confirme, será el momento en que Promoción Cultural lo cargue en el activo de su inventario.

En cuanto a la Llotja del Peix, diría otro tanto. La Lonja del Pescado ha permanecido cerrada por reformas durante un largo tiempo y ahora, recién inaugurada, desconocemos qué exposiciones se programarán en el futuro. La de su reinauguración no ha pasado de una mixtura bienintencionada. Si debiéramos juzgar la sala por lo visto en su anterior etapa, resultaría muy difícil confirmar las buenas intenciones de la señora Ciscar. Salvo que ella considere que un par de exposiciones interesantes bastan para generalizar.

No es difícil escribir que 'cualquier amante de las artes plásticas tiene a su alcance geográfico una exposición de calidad'. Otra cosa es que tal afirmación sea cierta en el caso de Alicante y se produzca con la frecuencia deseada. Aunque ya es famosa la propensión a la virtualidad de nuestro Gobierno, debería evitarse el abusar de ella, aunque tan sólo fuera para no agotar tan valioso recurso.

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