Crece el escepticismo ante la construcción europea
Los europeos son partidarios de la ampliación, aunque creen que supondrá un freno para la UE
La cumbre celebrada en diciembre en Niza, en la que los jefes de Estado y de Gobierno de los 15 países de la Unión Europea estaban llamados a diseñar el funcionamiento de una Europa de 27 miembros, ha supuesto un duro varapalo a la confianza de los ciudadanos en ese proceso de construcción europea. Frente a las expectativas que se habían generado sobre un tratado ambicioso que sentara las bases de la futura Unión Europea, la cumbre quedó ante los analistas y la opinión pública como una pugna por el poder entre los países grandes y pequeños.
Ese traspiés, unido a la fuerte devaluación que el euro sufrió hasta hace pocos días frente al dólar, ha provocado un aumento de la insatisfacción de los europeos en el ámbito de esa construcción. Frente a ello, sin embargo, la opinión pública es muy favorable a grandes temas como la ampliación al Este, la mayor competencia del gobierno comunitario en detrimento de los gobiernos estatales o las nuevas iniciativas en marcha.
España es el país europeo que ha acogido con mayor entusiasmo la propuesta del ministro de Asuntos Exteriores alemán, Joschka Fischer, sobre una federación europea. La idea lanzada por el ministro verde en la primavera pasada, cuando brotaba en Europa el difícil debate sobre la ampliación al Este y todos los interrogantes sobre cómo organizar una Unión con 27 miembros, fue rebotando de cancillería en cancillería con más desacuerdos que acuerdos. Y con infinita polémica.
Hoy, la opinión pública española, sin embargo, aparece como la más entusiasta defensora de esa federación europea que refuerce los poderes de la Unión frente a los Gobiernos locales. Si en España un 56% de la población encuestada está a favor, en Europa la cifra baja hasta el 41%. Por supuesto, la población del Reino Unido, con el euroescepticismo azuzado por la oposición conservadora a Tony Blair, sólo se suma en un 22%.
Con todo, sigue prevaleciendo un ánimo mayoritariamente favorable al ensanchamiento del ámbito competencial de la Unión, especialmente en aquellos aspectos (medio ambiente, inmigración, blanqueo de dinero, seguridad alimentaria) de más obvio alcance transnacional.
Los mejores aliados
Los españoles, según este Barómetro Europeo, siguen estando entre los mejores aliados de las instituciones comunitarias (Comisión y Parlamento); de las iniciativas de política común como la moneda única o el euroejército; de los proyectos que hoy aún parecen utópicos, como la elección directa de un presidente europeo o la creación de un Gobierno común; o reales, como la ampliación al Este. En todos ellos, los españoles igualan o superan a la media europea en fervor comunitario.
Ese optimismo que hay en España contrasta sin embargo cuando la pregunta que se hace a los encuestados es sobre el futuro personal y profesional de cada uno. En ese ámbito, los países mediterráneos como España y Grecia, de forma más acusada, e Italia, más tenuemente, están mucho menos confiados que la media.
El 48% de los españoes encuestados, por ejemplo, tienen mucha o bastante confianza en el futuro, frente al 66% del resto de los europeos que afrontan con optimismo el milenio que empieza. Los más optimistas son los británicos (80%), que están conociendo un renacer político y social con la era de Tony Blair tras la crisis final del thatcherismo, Holanda (89%) y Luxemburgo (82%), que sorprenden con elevadísimas tasas de satisfacción en casi todas las áreas. Francia y Alemania se sitúan moderadamente por encima de la media, con un 68% y un 71%, respectivamente. Hay que recordar que Francia está viviendo su mejor momento económico desde los años setenta y que Alemania también ha conocido un cierto renacer con el Gobierno de Gerhard Schröder.
Cumbre de Niza
Donde se hunden, sin embargo, todas las expectativas es en el espinoso tema de la construcción europea. La encuesta fue realizada casi por entero después de la cumbre de Niza. Y si las expectativas de ese encuentro fueron grandes, el resultado fue más bien magro, según los análisis realizados en las principales cancillerías. La que estaba llamado a ser la cumbre de la ampliación quedó, a los ojos de la opinión pública, en una pelea entre grandes y pequeños por el reparto de votos. Seguramente por ello, sólo el 38% de los encuestados en Europa se declara satisfecho con la forma en que se está desarrollando la construcción europea, frente al 56% de insatisfechos. En España, la proporción es más moderada, de 43% y 47%.
Sin embargo, y a pesar de todos los temores de los sectores contrarios a la ampliación y al miedo del Gobierno español a perder los fondos de cohesión con la entrada de Estados miembros con menos renta que España, la opinión es absolutamente favorable a acoger a esos vecinos del Este en el club europeo. El 65% de los españoles está a favor, muy por encima de la media europea del 51%. Otra vez en el tema de la ampliación España es la más entusiasta, con el 65%, seguida de lejos por Italia (57%), Grecia (56%). Resulta curioso que Francia y Alemania, eje y motor de la construcción europea, destacan de nuevo por estar debajo de la media, con un 46% y un 49%, respectivamente. Y sorprende que en esta ocasión los británicos son más favorables (48%) que otros tan europeístas como los holandeses (36%).
Ese acuerdo a favor de la ampliación no significa, sin embargo, que los europeos no sean conscientes de los riesgos que ello conllevará para los efectos que tendrá sobre la dinámica de construcción europea. El 45% cree que lo frenará (sólo el 30% en España), frente a un 13% que cree que lo acelerará (en España el 20%).
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