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Columna
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Tabarca

20 años atrás, en la vida anterior del Diario de Valencia, se publicó un reportaje sobre la única isla valenciana habitada con esta admonición: 'No vayáis al paraíso'. Aún no se hablaba de la sostenibilidad de los parajes naturales, y los partidarios de la socialización de los medios de ocio nos debatíamos entre la espada de la degradación que suelen acarrear las masas veraneantes y la pared del derecho que todo quisque tiene a sentirse Ulises por un rato. Así, ¿a santo de qué han de poder pasearse entre los meros y los paíños los propietarios de yate, y no los pasajeros del Super Delfín Blanco, (con salidas cada hora), sólo porque algunos lleven a la Isla Plana lo que Manuel Vicent llama 'el sucio verano', ya que 'el sudor de los turistas vulnera el aire'?

El 'edén' frente al cabo de Santa Pola nada más aporta 50 votos, y ha sido ciertamente hollado por miles de desembarcados en golondrina, bocadillo y gafas de buceo en ristre. Sus aguas, esquilmadas, apenas empiezan a recuperar algo de vida; sus calas son vertederos; sus praderas de posidonias, destrozadas por barcos que fondean sin control. Es la invasión de fuerzas exteriores. Pero también ha sido abandonado por quienes deberían custodiar su patrimonio, maltratado por algunos de sus habitantes, y violado incluso por 'representantes' como aquel ex alcalde de Santa Pola metido a constructor de seis bungalows, ilegales pero aprobados por Alicante, junto al flanco sur.

Pese a todas las declaraciones de BIC y ZEC, ZEPA y LIC, estamos a punto de regresar, por la inacción del Ayuntamiento, a una normativa aún más laxa que la actual. 12 departamentos de distintas administraciones se desdicen mutuamente. Costas desautoriza al municipio, la fiscalía y el Tribunal Superior de Justicia intervienen... y también tienen algo que decir la Capitanía Marítima, la Autoridad Portuaria, la Generalitat, la Guardia Civil y algunos ministerios. Sin olvidar el brazo eclesiástico, que ya se ha mostrado indignado, por boca del Arcipreste, ante el desmoronamiento del templo.

No dejéis de venir al paraíso, si es que os merece un respeto. Los corsarios merodean.

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