_
_
_
_

Los aparejadores de Azpiegitura desconocen qué se inyectó en la obra

Enrique Almenara y Federico Lorenzo, los dos aparejadores acusados en el caso Azpiegitura, la supuesta estafa de 571 millones de pesetas a la Diputación de Vizcaya en la construcción de un edificio público, aseguraron ayer ante el tribunal que juzga de nuevo la causa que 'lo certificado [a la Diputación] en las inyecciones es cierto' en cuanto al volumen de lo inyectado, en total 11.400 metros cúbicos de sulfatos mezclados con agua. Las acusaciones pública y particular mantienen que la estafa se produjo porque el constructor y el arquitecto de la obra cobraron a la Diputación un volumen de inyecciones no realizadas para consolidar el terreno y evitar que se cayeran los edificios colindantes y el vial. La acusación particular imputa además un delito de estafa a ambos aparejadores por firmar las certificaciones de unas inyecciones que 'nunca se efectuaron'.

'Estoy plenamente seguro de que se inyectó y de que fueron eficaces', coincidieron ayer los dos acusados. Sin embargo, ambos aseguraron que en ningún momento controlaron la mezcla de sulfatos, cemento y agua introducida en el subsuelo porque no era su trabajo y porque el experto era el constructor, también acusado, Iñaki Ereño. Agregaron que en ningún momento los responsables de Azpiegitura se 'opusieron' al sistema de control volumétrico empleado.

El primero en declarar fue Almenara, aparejador de confianza del arquitecto Alberto López en la obra. Manifestó que 'el edificio no se habría sostenido si no se hubiera cambiado' la cimentación prevista en el primer proyecto, en favor de las inyecciones. Pero admitió, como previamente había declarado Ereño, que 'casi todo lo que se inyectaba era agua'. Incluso, a petición de la acusación particular en representación de la Diputación, se leyó su declaración de la instrucción de 1994 en la que reconocía que 'no podían saber la composición de la mezcla' e incluso que a veces echaban producto 'a ojo'.

Datos no manipulados

A preguntas de su letrado, Javier Beramendi, Almenara apuntó que además había controles posteriores de los laboratorios de Labein y de la Universidad de Cantabria. 'El control finalista se hacía correctamente y no creo que esa información sea falsa o manipulada porque los volúmenes coincidían con las notas que yo había tomado', subrayó.

Lorenzo siguió la misma línea de defensa e hizo hincapié en el cambio que se produjo en la obra cuando, en junio de 1991, entró el equipo del diputado foral, José Luis Bilbao (PNV). El nuevo gerente de Azpiegitura, Javier Intxaurza, dijo Lorenzo, aseguró que había 'llegado dispuesto a cargarse a todos los técnicos y direcciones de obra del equipo anterior'. Y arremetió contra el equipo que llevó este asunto a los tribunales: 'Intxaurza me invitó a abandonar la obra, creo que porque no era de su cuerda y, en su despacho, hubo amenazas veladas de que esto iba a ir al juzgado'.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_