Se veía venir
No ha sido una broma de Santos Inocentes, es un regalito de Reyes envenenado. Me refiero a la subida de los transportes públicos madrileños. Era de esperar que el Gobierno regional, dirigido por Ruiz-Gallardón, nos diera el sablazo tarde o temprano. Después de todo, la derecha es la derecha, por muy maquillada que esté; y nunca financiará nada, más que lo imprescindible, de un servicio público. Una valiosa oportunidad de dar empuje definitivo al transporte colectivo, perdida. La excusa: ninguna. La defensa: apelar a subidas socialistas de hace tropecientos años. ¡Qué pobreza de argumentos!
Ahora, el cupón de abono mensual sube 400 pesetas de una tacada si es A y 500 si es B-1. Poquita cosa para el bolsillo de Luis Eduardo Cortés, claro. Además de escarnio, burla: hace apenas un mes, nos aconsejaban dejar el coche en casa a cambio de adquirir el cupón A por 4.620 pesetas. Es vergonzoso que, además, recorten horarios y servicios, y que nos hayan negado el metro nocturno en fin de semana por una machada del consejero de Transportes (el mencionado Cortés). Un sábado, a las doce de la noche, la aglomeración es tercermundista.
Muy lamentable es que una subida salarial media del 2% en razón del IPC tenga que afrontar una subida del transporte de hasta el 8%. ¿Qué han hecho los sindicatos, la oposición o las organizaciones de consumidores, aparte de dar la pataleta inútil? Ya sabemos de qué pie cojean los actores del guión de esta recurrente historia.